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domingo,
29 de
mayo de
2005 |
Nota de tapa
Lo imborrable, cuando la memoria se hace barrio
Tienen en promedio 70 años, conocen la ciudad como pocos y desde hace cuatro años participan en talleres donde narran sus recuerdos. Los juegos, los paseos, el ámbito laboral o los bailes componen parte de los relatos que el municipio acaba de publicar bajo el título "Los Barrios en la Memoria". Tres tomos, de unas 600 páginas, donde estos historiadores informales develan secretos ocultos en cualquier esquina. Señales reproduce sólo algunos fragmentos de estas historias memorables
El desafío de reconstruir la propia vida
Que la gente mayor pierde la memoria es una verdad a medias. Tan a medias que desde la Escuela Municipal de Gerontología se convoca a los adultos mayores a recrear la historia de los barrios a través de sus relatos. Tres tomos, con unas 600 páginas en total, dan cuenta de esas narraciones donde los de la tercera edad describen sus vivencias. La niñez (con sus juegos, las escuelas y las plazas), la juventud (con sus bailes y salidas) y la adultez (con los trabajos y la familia) son los territorios afectivos sobre los que estos historiadores informales se paran para describir el lugar elegido para vivir.
Hace casi cinco años que especialistas de la escuela comenzaron con el proyecto. "La Secretaría de Promoción Social nos sugirió la idea, y en el 2000 empezamos con el relevamiento de los centros de jubilados, después definimos trabajar a través de talleres", detalla Mariana Nemcovsky, responsable del proyecto. Hasta el momento se relevaron 14 barrios.
"Los recuerdos son muy vívidos, además el hecho del encuentro contribuye a estimular el recuerdo. La memoria tiene que ver con la identidad, entonces ponerse a recordar tiene que ver con reconstruir la propia vida y también posicionarse en el presente", comenta Nemcovsky.
Al adentrarse en la publicación de los talleres, el lector puede sorprenderse con relatos intimistas que sin embargo dan cuentan de prácticas o usos culturales más extendidos: los disfraces preferidos que devienen en el retrato de los carnavales, los ámbitos laborales, cómo era el transporte, dónde hacer las compras, los paseos preferidos o la vida en el club conforman algunos de los tópicos que se reiteran en casi todos los barrios.
También podrá descubrir secretos aún existentes en determinadas casas o edificios, o quizá pararse frente a un flamante edificio y cerrar los ojos por un segundo para escuchar las voces de estos historiadores informales que le dirán si ahí había un cine, un almacén o la heladería del barrio.
Es indudable que la nostalgia acompaña los relatos, pero también la necesidad de encuentro. "Hay mucha soledad", acota la directora de la Escuela de Gerontología, María Alcira Scarponi, como una forma de explicar la aceptación de la propuesta. Y Nemcovsky coincide: "Es un encuentro con pares, donde se evocan cuestiones sentidas, son situaciones felices y no felices; el taller se convierte realmente en una necesidad, en un espacio de calorcito".
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