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 jueves, 26 de mayo de 2005  
Noche sangrienta en la esquina de Alsina y bulevar Seguí
Asesinaron de un tiro en el pecho a un carnicero mientras cerraba su negocio
Para la policía, el comerciante habría intentado resistir un asalto. Sin embargo, el robo no se concretó

Un carnicero de 53 años fue asesinado de un disparo antenoche en la puerta de su comercio de la zona sudoeste en el momento en que se disponía a cerrarlo. Aunque hasta ayer no había demasiadas pistas sobre el hecho, la policía sostenía como único móvil del crimen un intento de asalto. Oculta en la ropa interior del comerciante se halló una bolsa de nailon con mil pesos, mientras que su utilitario estaba abierto y con las llaves puestas. Según la versión preliminar de los investigadores, la víctima habría intentado resistir un robo y el o los maleantes dispararon y huyeron sin cumplir con su objetivo.

El martes, alrededor de las 22.45, un disparo sonó en la esquina de Alsina y bulevar Seguí. Justo en una de las ochavas está la carnicería que Héctor Campassi atendía desde hace una década. Cuando la vecina que vive en una casa ubicada en la planta alta del local escuchó el estampido y llamó a la policía, el comerciante yacía muerto junto a la persiana que acababa de bajar y en cuya puerta quedo colgada la llave. Había recibido un balazo -presumiblemente de 9 milímetros- sobre la tetilla izquierda con orificio de salida en la región lumbar derecha.

La escena del crimen indicaba que Campassi estaba cerrando el comercio cuando fue sorprendido por uno o más delincuentes: la persiana del local estaba baja, con su pequeña puerta abierta y las llaves colocadas del lado de adentro. En el interior del local, los pesquisas se encontraron con una reja cerrada con llave que impedía el paso hacia el mostrador de atención al público.

A dos o tres metros del negocio y estacionado junto a la vereda, estaba el utilitario Renault Express blanco del carnicero. Tenía sus llaves puestas "como si fueran a darle arranque", según dice el parte de la Brigada de Homicidios, que también indica que en esa esquina se encontró una vaina servida calibre 9 milímetros. Además, el parte detalla que el rodado presentaba un impacto de arma de fuego sobre el sector de la cúpula y por arriba de la ventanilla derecha "observándose a simple vista que el proyectil se halla alojado detrás del asiento del conductor".

Cuando un médico forense llegó a examinar el cadáver encontró entre la ropa interior de Campassi una bolsa de nailon con dinero, en un monto aproximado a los mil pesos. Al parecer, según contaban ayer algunos vecinos, el carnicero había sufrido varios robos y por eso había colocado la reja dentro del local y escondía el dinero entre sus ropas cuando cerraba el negocio.

Con estos elementos, hasta ayer a la tarde no se tenían demasiadas pistas del hecho. "Aparentemente el comerciante fue abordado por uno o dos ladrones cuando cerraba el negocio para asaltarlo. Se ve que la víctima se resistió y le dispararon. Pero no se llevaron nada. Por el momento es un homicidio en un intento de robo", sostuvo el titular de la comisaría 18ª, José Luis Juárez, quien ayer al mediodía descartaba cualquier otro móvil.


"Como a un perro"
Según fuentes policiales, Campassi vivía en Garzón al 1300 (barrio Belgrano) y tenía dos hijos de dos matrimonios distintos: un niño de unos 10 años y una hija de alrededor de 25. Atendía sin empleados la Carnicería Seguí desde hacía diez años en la misma esquina donde estaba edificando una casa. Ayer al mediodía, familiares y allegados habían abierto el local, del cual salieron con carne para alimentar a un perro que estaba en la obra en construcción aledaña.

Consternados a más no poder, dejaron pegado un papel sobre la persiana de chapa para que los vecinos supieran dónde velarían al carnicero. Quienes pasaban por el local tomaban nota de la cochería y algunos aventuraban especulaciones sobre quiénes -más precisamente, de dónde- podrían haber sido los ladrones que al cierre de esta edición nadie más que el carnicero habría visto. Un rumor que corría despacio indicaba que los delincuentes habían huido en una motito. Más allá de las versiones, en algo coincidían todos: los robos, de todo tipo, son habituales en el barrio.

En un momento se acercó un vecino a la hija de Campassi y le entregó una gorra de lana que resultó ser de su padre. "Me la dieron unos pibes", dijo el hombre, casi a modo de pésame, a lo que la muchacha respondió: "Por favor, si llega a saber algo de lo que pasó avísenos".

No mucho más que eso repitió la chica a este diario: "Lo mataron como a un perro. ¿Qué puedo decir? Si alguien sabe algo sobre lo que pasó por favor que nos lo diga", alcanzó a balbucear Natalia antes de que el llanto le ganara la pulseada a su indignación y su dolor opacara cualquier palabra posible.
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El cadáver de Campassi quedó tendido a pocos pasos del ingreso a su carnicería.


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