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domingo,
22 de
mayo de
2005 |
Transición en jaque
En Newell's no todos están a la altura del desafío
Alejandro Cachari / Ovación
A esta altura no interesa demasiado el resultado. La forma es la gran apuesta. Porque Newell's, conscientemente o no, por imperio de los resultados o por decisión propia, se bajó de la lucha del Clausura y se desentendió de todo lo que no tenga que ver con su acceso a la Copa Sudamericana que se disputará después de mitad de año. Pero es una anécdota. La cuestión es observarlo minuciosamente al equipo de Ribeca. No se debería cometer el error de compararlo con el que dio la vuelta olímpica, pero es imposible no remitir inmediatamente a esa referencia. Aparece desteñido, sin un patrón de juego que lo identifique, con variaciones tácticas a veces compulsivas que terminan profundizando el desorden. Un día línea de tres, otro cuatro en el fondo. Una fecha con Maidana jugando la heróica en el área de enfrente, otra con Julián saliendo a destiempo casi como desbordado por las exigencias. Un Capria soberbio en el segundo tiempo con Racing, otro muy solidario pero inexpresivo con Lanús. A veces dos delanteros, otras un media punta y un extremo de área. Sensación de desconcierto. Adentro y afuera de la cancha.
¿Desmotivación? No debería considerarse esa opción en un plantel profesional, pero está de moda en Argentina que los equipos se depriman. ¿Carencia de liderazgo del otro lado de la línea de cal? ¿Ausencia de referentes con ascendiente dentro del campo de juego? La primera opción es posible. La segunda improbable. Puede que resulte grosero, pero la realidad, en el fútbol, es tan cruda como los resultados: Ribeca no será el técnico de Newell's por mucho tiempo más. Lo sabe él y lo conocen los jugadores. Entonces, con estos parámetros, es posible llegar a una explicación medianamente lógica sin necesidad de apelar al psicoanálisis. La transición estuvo mal organizada. Algunos de los actores, o uno solo, no están a la altura de las circunstancias. La salida de Gallego dejó al plantel acéfalo. Y se sabe. Un equipo que tiene pesos pesados necesita de un ídem que los conduzca. Está claro que no es sólo responsabilidad del bueno de Ribeca. Si hasta en sus declaraciones se advierte la inocencia. Para Arsenio esta experiencia significará un capital precioso que deberá ocupar la primera página de su currículum. Para Newell's un paso atrás después de haber dado la vuelta olímpica tan ansiada en una docena de años.
Ahora el tema es recuperar el terreno perdido. Se viene la Sudamericana y Newell's necesita un maquillaje rápido para tener chances de protagonismo. Allí no existirá el colchón que dejó el Apertura. Habrá viajes, necesidad de alternar jugadores, capacidad de decisión, impronta, muñeca dirigencial. La rueda sigue girando y va a parar al final del torneo. Allí deberá comenzar una nueva etapa. Las prioridades deberán ser claras y contundentes. Las órdenes, inapelables. Los titulares, titulares. El equipo uno solo con las alternativas lógicas preparadas para cualquier contingencia. Deberán quedar abolidos el desorden, la falta de criterio, el incumplimiento de las órdenes preestablecidas, la desautorización, la desmotivación, las depresiones, el desconcierto y la debilidad. Crudo e implacable como la realidad misma.
El dueño del timón deberá dar el golpe a tiempo. Con el margen necesario para volver a empezar. Ese es el desafío que viene para Newell's. No debería desaprovecharlo. Sería una picardía que así fuera. Con lo que le costó regresar al plano internacional. Años mirando y sufriendo desde afuera. Cuesta mucho llegar, pero mucho más difícil es permanecer. Ahí está el desafío. En la cara misma que quienes deben tomar decisiones. El desafío es mantenerse.
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Ribeca no le encuentra la vuelta al equipo.
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