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 miércoles, 18 de mayo de 2005  
Con un arma y mucha paciencia un joven robó 76 anillos de una joyería
Esperó media hora al dueño. Se cansó, amenazó a una empleada y se llevó21 mil pesos en mercadería

Leo Graciarena / La Capital

Con paciencia de acero y una llamativa impunidad, un ladrón solitario robó a cara descubierta 76 anillos de oro de una joyería de Maipú entre San Luis y Rioja. Fue el lunes, a las 17.30. Tras alzarse con el botín, estimado en unos 21 mil pesos, el maleante salió a la carrera y detrás de él lo hizo el dueño del comercio asaltado, quien sin embargo le perdió la pista a unas dos cuadras del lugar.

Cuando todavía está vivo en el recuerdo el robo y la balacera en un negocio de Maipú al 1100 el pasado 28 de febrero, cuando un vigilador mató a un ladrón, un nuevo atraco sacudió a los joyeros del centro rosarino. Fue el lunes, pasadas las 17.30. Todo era normal hasta ese momento en El Trust Joyero, de Maipú 980. Gustavo Carvallo, de 41 años y segunda generación al frente del negocio, y una empleada de 33 años, trabajaban tratando de ahuyentar la modorra de un lunes frío de otoño.

El Trust es una clásica joyería de las que se levantan desde los años 50 sobre calle Maipú. Es una amplia sala con exhibidores de vidrio. Un tabique la separa de una pequeña oficina desde la cual se ve todo a través de una amplia ventana con persiana americana. La única forma de ingresar al comercio es anunciándose mediante un portero eléctrico. Entonces, según la cara y el aspecto de quien llame, desde adentro se franquea el acceso. Así llegaron una "vieja clienta del negocio" y un joven "cuyo aspecto no me gustó", según dijo Carvallo.

"Estaba atendiendo en la oficina a una vieja clienta cuando entró este chico que no me gustó. Lo ví por la persiana americana y pensé que venía siguiendo a la mujer. Entonces me levanté, cerré la persiana para que no viera qué estaba haciendo la clienta", explicó el dueño de la joyería. "La costumbre es que la espían y cuando la mujer sale, la siguen y la arrebatan", comentó cansado de ver casos de ese tipo.

"¿Qué necesita?", le preguntó al joven la empleada que atendía el local. "Necesito hablar con el dueño", fue la respuesta del recién llegado, de entre 20 y 25 años, quien inmediatamente se sentó en una silla a esperar. Dentro de la oficina Carvallo continuaba su diálogo de negocios. "Mientras conversaba, mi empleada entró a la oficina y me dijo «necesito ir al baño, pero este pibe no me gusta». Y salió", contó Carvallo. Fue entonces que el ladrón entró en acción: "Me distraje unos segundos y escuché los gritos de la empleada", sostuvo el comerciante.

"Mientras yo estaba con la clienta, el pibe le apuntó con un arma a la chica y le dijo «en silencio, dame todo el oro porque te mato». ¿Y la piba qué iba a hacer?", se preguntó el propietario del local. "Ahora está con un ataque de pánico y esta mañana me dijo que no quería trabajar más. Y hoy, que una persona con diez años de trabajo que gana bien te diga eso es porque realmente está mal."

El hampón se alzó entonces con cuatro panas en las que se envolvían anillos de oro. Tres de las panas tenían 20 cada uno y la restante 16. Si bien los anillos tenían distintos pesos y medidas, "se puede hacer un promedio de tres gramos por anillo a 30 dólares el gramo", explicó el dueño quien agregó: "30 dólares está el oro manufacturado. No es sólo la materia prima, sino que hay que contar el trabajo, la merma de la materia prima cuando se trabaja y las piedras que se engarzan. Por eso hago un promedio de 30 dólares, porque la materia cuesta mucho menos".

Al escuchar los gritos de su empleada Carvallo salió de su oficina y corrió al ladrón dos cuadras. Lo siguió por Maipú hasta Rioja y por allí hasta Laprida. "Fue una locura que no debí hacer", dijo como avergonzado. "Cuando llegue a casa y abracé a mis hijos, pensé en la locura que había hecho (por correr al ladrón) y me di cuenta que todo esto fue barato", reflexionó.

A Carvallo nadie le saca de la cabeza que el ladrón venía por más. "El tipo se quería sentar acá, en la oficina. El tipo esperó media hora sin saber si yo estaba llamando a la policía. Y cuando no aguantó más, robó los anillos", contó. Y luego reflexionó: "Necesitamos una presencia policial más fuerte. No es que no tengamos, pero tiene que ser más visible. Calle Maipú es como la zona de los bancos. Es como Santa Fe entre Corrientes y Sarmiento. Con la diferencia que nosotros ponemos el dinero en la vidriera. Es como si los bancos pusieran los fajos de billetes en la vidriera", dijo.

El propietario de El Trust valoró que sólo en Rosario y Buenos Aires quedan los joyeros en un lugar específico como por ejemplo Maipú entre Mendoza y Rioja. A la hora de evaluar la inseguridad no dejó pasar el robo del pasado 28 de febrero en el que un ex policía, trabajando de vigilador, mató durante un asalto a un ladrón en Maipú al 1100. El custodio fue sobreseído. También recordó el asesinato de Sergio Moliné, titular de la joyería Fénix, ubicado a dos locales del suyo. Moliné fue asesinado el 8 de febrero de 2001 y el ladrón no se llevó nada. "Era un amigo y sobre su muerte se corrieron muchas versiones falaces", concluyó Carvallo.
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Carvallo se arrepintió de haber corrido al ladrón.

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