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domingo,
15 de
mayo de
2005 |
Animarse al problema, por Adelmo Manasseri
"Avatares de la subjetividad en la modernidad tardía" es no solo el título de la conferencia que Slavoj Zizek desarrolló en Rosario en su visita a la UNR, sino también el nombre de una problemática que atraviesa la extensa y variada obra de este autor. En sus textos y artículos -de un modo u otro- la subjetividad de nuestra época es interrogada y problematizada, es decir abordada desde una reflexión crítica que cuestiona y objeta los enfoques que amparándose en el recurso a la experticidad no hacen lugar a preguntas fundamentales, a preguntas acerca de los fundamentos de la subjetividad y la época.
La exaltación de la figura del experto es, desde esta perspectiva, un síntoma que reclama ser interpretado antes que una forma de acceso a la verdad o la realidad. Nuestra época y actualidad -que Zizek prefiere nominar como modernidad tardía o radical en oposición al remanido posmodernismo- es analizada desde una posición que plantea un cierto rechazo al mundo unificado posmodernista y traza una línea de pensamiento en la cual el sujeto humano se nos presenta escindido, dividido por un profundo antagonismo que determina la realidad social a través de la cual opera la ideología.
Así las reiteradas referencias a una supuesta era posideológica en la cual estaríamos inmersos son sustituidas por un análisis que viene a revelarnos la ideología operando, encarnada en los actos y objetos más cotidianos. Pueden exponerse en este lugar sus análisis sobre las distintas formas y estructuras de los inodoros occidentales que vendrían a expresar el pragmatismo anglosajón o cierto espíritu jacobino de los franceses. Asimismo el café sin cafeína, la cerveza sin alcohol, los alimentos alterados transgénicamente se ofrecen como objetos "vaciados" de sus componentes riesgosos, y constituyen formas de desplegar la ideología que promueve el placer y el goce "seguros", "sanos".
Se trata, en Slavoj Zizek y tal como lo expone en su bello libro "El sublime objeto de la ideología" de tomar en cuenta que es Marx quien ha inventado la noción de síntoma y que entre el procedimiento de interpretación de la mercancía y el que despliega el psicoanálisis para abordar los sueños hay una homología fundamental, ya que en ambos casos se trata de eludir la fascinación propiamente fetichista de que el contenido está oculto tras la forma.
Desde esta perspectiva el autor interroga las permisividades y libertades actuales y analiza los nuevos fundamentalismos étnicos, religiosos, políticos. Precisamente, la época parece caracterizarse por una promoción y ampliación ilimitada de las permisividades. Pero, ¿todo está permitido? ¿Gozamos de libertades irrestrictas? ¿Los fundamentalismos son expresión de un retorno medieval en oposición a la aldea global? Zizek se propone, y nos propone eludir la fascinación ante estas "apariencias", eludir la fascinación de las respuestas fáciles.
Una conferencia que André Béjin titulara "Crepúsculo del psicoanálisis. Aurora de la sexología" pone en evidencia como el orgasmo ha pasado a ser un bien, un bien promovido y propuesto a toda la sociedad como ideal a alcanzar en cualquiera de sus formas (heterosexual, homosexual, travestismo, etc.).
Zizek sostiene que esta promoción sexológica no ha tornado anacrónico al psicoanálisis y que sostener la creencia de que éste sólo vale para la sociedad victoriana, en la cual la inhibición y represión social de la sexualidad estaba a la orden del día, constituye no solo un error, sino una cierta estupidez.
Por el contrario, se trata de tomar en cuenta (y aquí la referencia a Lacan es explícita) como la permisión se vuelve un deber, como una aparente libre elección muchas veces involucra un deber secreto más fuerte, más severo.
En lugar de las prohibiciones clásicas, en la actualidad, lo que no está permitido es no gozar, y ese mandato paradójico pero operante, convierte al placer en una microdisciplina. Pero este análisis de las permisividades y la "libre elección" problematiza inevitablemente no sólo cuestiones que hacen a la sexualidad sino también a las que hacen a la democracia, para lo cual Zizek reclama tener el coraje de preguntarnos qué significa efectivamente la democracia hoy y cuáles son las elecciones que realmente podemos hacer.
¿Cómo abordar entonces los llamados fundamentalismos? El surgimiento de los nuevos fundamentalismos (religiosos, étnicos, políticos) -afirma Zizek- no debe simplificarse y no se reduce a una supuesta involución hacia algún pasado primitivo. Son un fenómeno típico de esta actualidad también presentes en las sociedades occidentales avanzadas, en las cuales el relato de un chiste puede dar origen a una demanda por acoso verbal y una mirada erótica puede provocar un juicio por acoso visual.
Asoma, se expresa, de otro modo, otra forma de intolerancia al otro. Los tiempos en que nos ha tocado vivir, según sus propios términos, son peligrosos, pero muy interesantes, son tiempos en los cuales -afirma el autor- "coexisten la economía digital con las creencias arcaicas, son tiempos en que el sujeto humano puede trabajar en el proyecto mas sofisticado de informática y volver a casa y rendir culto a los antepasados o a la deidad de la creencia religiosa que corresponda según el caso".
(*) director del Centro de Estudios Interdisciplinarios de la UNR
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