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domingo,
15 de
mayo de
2005 |
Actos que a veces cuestan la vida
Es común que, en ocasión del robo, el ciclista sea abordado por su asaltante. Y en varias ocasiones los casos han sido fatales. Un breve racconto de los casos más graves.
Nilda Romero, de 43 años. A mediados de noviembre de 1999, la mujer circulaba por Ayacucho, al sur de Uriburu. Cuando estaba a la altura de Centeno, dos delincuentes la sorprendieron y en el medio de un forcejeo la tiraron al piso. Nilda golpeó la cabeza de lleno contra el pavimento y dos días después murió.
Marcos Asencio fue ejecutado el 16 de febrero de 2003 cuando le fue a reclamar a un vecino suyo la bicicleta que presuntamente le había robado.
Mariano Molina fue asesinado de una puñalada ese mismo día en Doctor Riva y Necochea por un sujeto que le robó la bicicleta y luego la vendió por 20 pesos (ver Un asalto...).
Ricardo Porfirio Ramos murió al día siguiente de un puntazo en el abdomen por pedirle a un vecino la devolución de su rodado.
Juan Alberto Rueda, de 16 años, fue asesinado el 7 de mayo de 2003. Iba en una bicicleta playera cuando dos asaltantes, uno armado con un revólver, lo cruzaron en Bielsa y Camilo Aldao. Murió alcanzado por un balazo en la espalda.
Jesús Darío Veloso quedó parapléjico por un balazo en la espalda. Le dispararon en Solís y Tupac Amarú cuando intentaron sustraerle la bicicleta el 12 de agosto de 2003.
Fabián Ramón Godoy, de 33 años, fue asaltado al amanecer del 24 de septiembre de 2004, por un hombre que le clavó un puñal por encima del entrecejo. Fue en Rouillón al 1800, cuando iba a trabajar. Casi por un milagro Godoy sobrevivió y se recuperó.
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