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domingo,
15 de
mayo de
2005 |
Riesgo de llamada. La Organización Mundial de la Salud acabará su estudio en 2006 debido a las lagunas científicas sobre el tema
Los teléfonos celulares pueden ser aún más peligrosos que las antenas
Hasta ahora no hay ninguna investigación concluyente sobre la exposición a campos electromagnéticos
Adrián Gerber / La Capital
Pese a la creencia popular, los celulares pueden ser más peligrosos para la salud humana que la propias antenas que los comunican. Así lo sostiene la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su informe "Estableciendo un diálogo sobre los riesgos de los campos electromagnéticos" al señalar que "la exposición a radiofrecuencias es mucho más alta para los usuarios de teléfonos móviles que para los que viven cerca de las estaciones base". El profesor de la carrera de ingeniería electrónica de la Universidad Nacional de Rosario, Carlos Vassalli, coincide con que "en realidad los teléfonos móviles son potencialmente más dañinos que las antenas, son más preocupantes". En rigor, según la OMS, ninguna de las recientes investigaciones ha encontrado evidencias de que la exposición a campos electromagnéticos de bajo nivel (como la energía que irradian los celulares y antenas) causen efectos adversos en la salud, pero la organización internacional subraya que existen algunas "lagunas" e "incertidumbres científicas" que requieren más estudios.
En los últimos años la humanidad ha asistido a un incremento sin precedentes, por su número y diversidad, de las fuentes de campos eléctricos y magnéticos (CEM) utilizadas con fines individuales, industriales y comerciales. Entre ellas están los aparatos de televisión y radio, las computadoras, los hornos de microondas, los radares y los teléfonos celulares móviles. En Argentina ya están en funcionamiento 14,5 millones de aparatos y en el mundo se estima que hay cerca de 1.600 millones.
Justamente, la OMS en respuesta a la creciente preocupación pública sobre los posibles efectos adversos a la salud provenientes de la telefonía móvil inició en 1996 el Proyecto Internacional CEM, del que participan 40 países y seis organizaciones internacionales, cuyas conclusiones iban a estar listas este año, pero se postergaron para el 2006. Sin duda, es un informe muy esperado y donde hay muchísimos intereses económicos en juego.
El debate sobre la seguridad de los celulares está centrado en si la exposición por períodos largos (es decir, las personas que realizan muchas llamadas diarias) puede causar efectos adversos en la salud. Es que aparte de señales poco frecuentes utilizadas para mantener conexión con antenas cercanas, el teléfono portátil transmite energía únicamente durante el tiempo en el que la llamada está siendo realizada.
Algunos informes científicos han sugerido que esto podría tener efectos perjudiciales para la salud, tales como cáncer, reducción de fecundidad, pérdida de memoria y cambios negativos en el comportamiento y el desarrollo de los niños. Sin embargo, otras investigaciones médicas aseguran todo lo contrario, que la amenaza real de riesgo sanitario es inexistente.
"La potencia de emisión de los teléfonos móviles es relativamente baja, pero por supuesto que si una persona está todo el día con un celular en la oreja seguro que algún efecto le va a hacer, aunque todavía no hay ninguna certeza científica", apunta Vassalli.
La OMS aclara que los celulares "son transmisores de radiofrecuencias (RF) de baja potencia. La intensidad del campo de RF desciende rápidamente con la distancia al equipo. En consecuencia, la exposición a la RF de un usuario cuyo teléfono se ubica a 10 centímetros de la cabeza (utilizando un equipo manos libres) es más baja que la de uno que coloca el teléfono portátil pegado a la cabeza".
El organismo internacional subraya además que "la intensidad del campo RF en el suelo ubicado directamente debajo de una antena de telefonía celular es baja. La intensidad se incrementa ligeramente según se va alejando de la estación base para luego decrecer a grandes distancias". Y advierte que "en muchas áreas urbanas las antenas de transmisión de radio y televisión normalmente operan a niveles de RF mayores a los de las estaciones bases de telefonía móvil".
La docente de la cátedra de física biológica de la Facultad de Medicina de la UNR, Graciela Bazzoni, sostiene que "las radiaciones de teléfonos móviles tienen un contenido energético muy bajo. Del punto de vista de la física lo único que llegaría a producir es calentamiento, pero el organismo humano puede manejar esa cantidad de calor. Los trabajos científicos que están apareciendo y hablan de distintos efectos biológicos dañinos para la salud no están claros, por lo tanto hasta que no haya una conclusión aceptada internacionalmente no puede afirmarse nada con seguridad. Los estudios que se están haciendo son a largo plazo, porque los efectos pueden aparecer tardíamente".
Rosario, el reino del revés
El ingeniero Vassalli apunta que "la radiación de energía de un celular es más o menos igual a la que recibe cualquier persona cuando escucha una radio, ya que tienen receptores muy parecidos. Así que si nos quejamos de los celulares y las antenas también lo deberíamos hacer de las radios. Es probable que sea más dañina una emisión que recibimos de una FM que está en el centro, que una de una antena de telefonía celular. Y ni hablar de la TV que tiene una potencia de emisión muchísimo mayor".
"Pero el teléfono móvil en particular, dada la cercanía física que tiene con la persona, evidentemente puede ser más peligroso. Por eso creo que algunas de las recomendaciones que saldrán del estudio de la OMS van a ser que los celulares y las antenas no tengan una potencia de emisión alta para reducir el riesgo sobre la salud humana. Esto obligará a las empresas a colocar mayor cantidad de antenas, cuestión que el usuario siempre esté cerca de alguna", dice el especialista.
Vassalli añade que "es lo contrario a lo que está sucediendo en Rosario, se está operando exactamente al revés. En lugar de sacar antenas deberían obligar a las empresas a que pongan más pero de poca potencia, esa sería la filosofía más correcta. Las compañías se van a negar porque significa más costos, les obligaría a tener que pagarle a más propietarios de inmuebles para poner las antenas y a tener más equipamiento de relativa complejidad. Esta irracionalidad de sacar todas las antenas en definitiva conspira contra el servicio, ya que a las empresas no les queda otra alternativa que ponerlas más lejos elevando la potencia y perjudicando a los que están cerca de esas antenas".
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La exposición a radiofrecuencias es alta para usuarios de celulares.
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