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sábado,
30 de
abril de
2005 |
Perfiles
Angel Tulio Zof, Don fútbol
El flamante ciudadano ilustre de Rosario recuerda su infancia y su iniciación en el fútbol. "No pensabamos en la plata", dice
Miguel Pisano / La Capital
"Los viejos no querían que juguemos al fútbol porque no se ganaba plata, era de atorrantes y encima rompías las alpargatas Rueda o Tero, que eran el único calzado que teníamos para ir a la escuela, a jugar y a todos lados. A los dos o tres días ya salían los flecos. Los cortábamos, pero abajo teníamos los dedos en el piso", pinta Don Angel Zof -reciente ciudadano ilustre de Rosario- el secreto del estigma social del fútbol en las épocas de las alpargatas todoterreno.
Don Angel se ganó el nombre. Don significa "de origen noble", y Angel es un nombre que le cae pintado al hombre más respetado del fútbol argentino.
"Creo que nací en barrio Talleres o en Refinería, cerca del ferrocarril, alguna vez la vieja y el viejo me contaron, pero de la calle ni me acuerdo", sorprende Don Angel con esa franqueza tan propia de antaño. En realidad, el Viejo es un tipo de una nobleza acorde con los tiempos en los que la palabra tenía otro valor, los acuerdos se sellaban con un simple apretón de manos y los pibes jugaban todo el día en la calle porque no tenían que preocuparse más que por el temible hombre de la bolsa.
Desde los dos o tres años de Don Angel, los Zof se mudaron a Carriego y Zeballos, luego vivieron unos años en el campo, después lo hicieron cerca de la Quinta Luciani (donde ahora está el parque Oeste) y desde los seis años del Viejo se afincaron en Montevideo y pasaje Jorge Newbery, frente a la recordada cancha de Gath y Chaves. "Ahí prácticamente empecé a ligarme con el fútbol. Los sábados había unos partidos bárbaros, se llenaba de gente. La cancha era un espectáculo porque ahí jugaron el combinado rosarino y el seleccionado paraguayo. Gath y Chaves se la alquilaba a Estudiantes, que jugaba en la Liga Rosarina. Me acuerdo que tenía una tribuna chica, dos canchas de tenis por Montevideo y un césped que era un billar", recuerda como si hubiese sido ayer.
Don Angel empezó a patear en Relámpago, en Rivadavia y en el recordado Sportivo Carriego, que jugaba en Callejón, un renombrado potrero que estaba en Pasco y la vía, donde Zof y su barra hicieron la cancha: "La arreglamos y poníamos los arcos los domingos. Después los sacábamos y los llevábamos a casa".
María Boemo era una italiana de Udine que vino en el barco con Angel en la panza, junto a su esposo Antonio, y el Viejo nació el 8 de julio del 28, a los pocos meses de que el matrimonio llegara a Rosario. Antonio era un peón de albañil "media cuchara", como define Zof en una expresión epocal, y metalúrgico en los recordados talleres Cindelmet, donde después también trabajó Don Angel.
"Yo jugaba de insai izquierdo o derecho, más tirando a delantero, pero después a los 16 años terminé jugando de volante en la primera de Gath y Chaves, que tenía un equipazo. A Gath y Chaves venían a jugar los jugadores de la primera de Central y Newell's", sorprende Zof con otra postal de antaño.
-¿Les convenía más jugar en los huecos?
-No, pero era un fútbol semiprofesional, trabajábamos y jugábamos. Yo trabajaba en el ferrocarril de oficial ajustador y jugaba en la primera de Central. Me levantaba a las cinco de la mañana, trabajaba de seis a dos, pero me daban permiso para salir a las 12 y nos íbamos en bicicleta a practicar a las dos. Era normal. Nos pagaban, pero no había una disciplina como ahora. Ahora si van a jugar a un potrero los matan.
Otro país por donde se lo mire, Gath y Chaves tenía programados partidos amistosos todos los sábados a la tarde: "Todos querían venir a jugar por el césped. Una vez vino un cuadrazo con Franco -un gambetero bárbaro de Newell's- y con Gath y Chaves le ganamos. Había canchas por todos lados. En el cuadrado de la vía de Felipe Moré, Montevideo, Avellaneda y San Luis había como diez canchas. Se jugaba a la pelota todo el día, desde que nos levantábamos hasta la noche debajo del farol. A los jueguitos, a las cabezas, con la bolsita de maíz, con la de goma. El único que tenía radio era el almacenero, donde íbamos a escuchar «La pensión del campeonato» una vez por semana. El diario también lo tenía el almacenero y por ahí en casa lo comprábamos el domingo. Esperábamos que vinieran Boca o River a jugar con Central o Newell's para ir a verlos, por eso se llenaba la cancha", pinta Don Angel el amor por el fútbol en los tiempos de la pelota de trapo.
"Era otro fútbol, se privilegiaba la técnica. Podía ser muy veloz, pero si era un tronco no jugaba o iba al arco. Jugaba si llevaba la pelota", sentencia Zof como un viejo juez de la redonda.
-Menotti dice que el Tato Mur fue el mejor jugador que vio en aquellos tiempos y tu amigo Raúl Piraíno coincide.
-Yo jugué con él y también jugaba en los potreros. Fue un gran jugador, pero hubo grandes jugadores. El Tato con la pelota era un fenómeno. Además de la picardía que tenía. Jugaba en la primera de Central. Vos ibas a Bella Vista y estaba todo el día jugando a la pelota en la calle con sus amigos, y la gente se paraba a mirarlo.
La alegría más grande de Zof fue su debut en la primera de Central: "Me tocó debutar en un clásico que empatamos 1 a 1 con Newell's en la cancha de Central, cuando me tocó reemplazar al Colorado Fogel, en el 50. Nunca pensamos en la plata, nuestra ilusión y felicidad era jugar al fútbol. Y si podíamos jugar en la primera era lo máximo. El Torito Aguirre, un jugador espectacular, hizo el gol. Y otro día que le ganamos a Boca 2 a 1, yo estaba atrás del arco de Génova. Le sale Marante y le hace un sombrerito. Y le sale el arquero y le hace otro, en un gol espectacular. Después fui compañero de él y lo miraba y lo trataba de usted. Esa fue una de mis grandes satisfacciones".
Y su mayor tristeza como jugador fue haberse ido al descenso, del que también rescata la alegría de volver al año siguiente: "Me acuerdo de la alegría del ascenso, cuando le ganamos a Almagro con un gol de Di Loretto. Central no puede estar jugando ahí abajo. Te puede tocar, como les pasó a otros grandes, pero si se hacen bien las cosas Central siempre tiene que estar peleando ahí arriba".
-¿Te gustaría tu infancia para tus nietos?
-¡Siií! Si volviera a nacer elegiría mi infancia porque no había choreo, con el vecino tenías un alambre y si pasaba una gallina se la devolvías. Era sano, no había maldad y había respeto a los mayores.
-¿Cómo tomás el hecho de haber hecho una carrera excepcional como técnico, que superó a la de jugador?
-¡No...! ¡Yo fui mucho mejor jugador que técnico...!
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