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 sábado, 30 de abril de 2005  
"Había que demostrar que se equivocaron mucho"
El periodista José Natanson detalla la lógica con que los neoliberales construyeron el lobby de los 90

José Natanson es periodista y se nota cuando el lector queda atrapado en "Buenos muchachos", su último libro. "Cuando me propusieron hacerlo me pareció una muy buena idea, pero no bastaba con una minibiografía de cada uno de ellos, había que decir y demostrar cómo se habían equivocado", dijo en diálogo con Señales y en esa afirmación resumió quizá el desafío de su flamante producción: describir el desempeño del grupo de economistas neoliberales que se adueñó del Estado en los 90 y que se llamó a silencio cuando explotó el modelo hace tan sólo algunos años atrás.

Ricardo López Murphy, Domingo Cavallo, Roque Fernández, Miguel Angel Broda, Daniel Artana, Carlos Rodríguez, Manuel Solanet, Pedro Pou, Jorge Avila, Juan Carlos de Pablo, Carlos Melconián y Juan Llach, entre otros, son para Natanson los "buenos muchachos" que se formaron en la universidad pública argentina pero que hicieron sus posgrados en EEUU (muchos de ellos en Chicago) y volvieron al país cuando la dictadura militar se aprestaba a desmantelar el Estado, tarea que ellos lograron completar en los 90. Pero también son quienes protagonizaron el fracaso de ese modelo, que dijeron lo que dijeron y que saben callar como esperando una próxima oportunidad.

-¿La formación que recibieron en EEUU fue sólo técnica o allí aprendieron cómo construir poder?

-Chicago no fue sólo un lugar donde les enseñaron a hacer cuentas, ni siquiera es un lugar donde se enseña una ideología en particular de la economía. Allí se forman líderes, y se garantizan contactos con los centros del poder financiero.

-El título del libro sugiere cierta práctica mafiosa por parte de estos economistas.

-Si, es así. Es una visión donde se ve que no hay una división clara entre el Estado y lo privado. La manera más fácil de comprobar eso es que muchos de ellos antes y después de ser funcionarios públicos trabajaron en grandes empresas. Juan Llach, por ejemplo, viceministro de Economía de Cavallo y ministro de Educación de la Alianza, después trabajó en Autopistas del Sol; cómo puede ser que un tipo que fue viceministro de Economía y que tenía entre sus obligaciones ocuparse de las privatizaciones, puede ser funcionario de una privatizada, y no diez años después, al día siguiente de dejar la función pública. Eso es lo que me parece que es lo que hay que marcar. Esa cuestión donde se mezcla el Estado, el sector privado y las fundaciones, que son como lugares neutros, una especie de máscara que sirve para cualquier cosa.

-Estos economistas son presentados en el libro como un grupo pero también tienen internas.

-Ellos responden a determinados intereses; en ciertos momentos los intereses son coincidentes, como ocurrió durante la convertibilidad cuando hubo una alianza económica muy clara entre privatizadas, Afjps, empresas extranjeras que venían a invertir, bancos y determinados sectores de capitales nacionales a quienes les convenía vender su participación a firmas extranjeras. Cuando esa alianza empezó a trastabillar a fines de 1999 o principios de 2000, el acuerdo se empezó a cortar y aparecieron dos corrientes, una a favor de la devaluación y otra por la dolarización. Allí, ellos se partieron.

-¿Cómo definiría el perfil de Cavallo?

-Fue el más potente de todos estos economistas. En su momento fue el más reconocido mundialmente, el que más fielmente representó lo que significaba el neoliberalismo dentro del contexto argentino. Pero el modelo le estalló en sus manos. Creo que se incineró, que no tiene retorno, igual que Menem.

-Usted los presenta como una liga suprapartidaria. ¿Hay un contrapoder?

-No, y este es uno de los principales problemas de este país. No hay alguien que construya pensamiento económico como ellos lo construyeron en los 90. Lo que ocurrió es que se equivocaron mucho, y eso alguna consecuencia les trajo. No hay un contrapoder pero si una realidad que va por otro lado y eso es lo que más los perjudica.
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