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sábado,
30 de
abril de
2005 |
[Muestra] Imágenes de un proyecto que dejó fisuras
Recortes del país
Una exhibición de fotos/libro/galería virtual permite un paseo por los rincones de Argentina en la segunda mitad del siglo XIX
Paola Irurtia / La Capital
Los tres primeros chalets de Mar del Plata, los rancheríos sobre las márgenes del río Suquía, la construcción de Puerto Madero, son imágenes entre el centenar de fotografías de la segunda mitad del siglo XIX que conforma la muestra itinerante denominada "El despertar de una Nación". La selección de fotos, impulsada desde el Centro Cultural de la Pontificia Universidad Católica Argentina, tiene soportes múltiples. Se exhibe como muestra itinerante en la sede de Pellegrini 3315, hasta el 19 de mayo. Forma parte de un libro al que Félix Luna le da contexto histórico; Patricia Méndez y Ramón Gutiérrez ubican en su importancia documental y Abel Alexander explica el desarrollo de las técnicas fotográficas. Además, se puede visitar en la galería virtual a la que se ingresa a través de la página www2.uca.edu.ar.
"Es una radiografía seriada, casi una tomografía en la que uno puede viajar 30 o 40 años de la vida del país en toda su extensión", explica Gutiérrez, presidente del Centro de Documentación de Arquitectura Latinoamericana (Cedodal) y uno de los curadores de la muestra. Rescata particularmente que las fotos registren imágenes "desde Formosa a la Patagonia" en una sucesión donde conviven dos rasgos que aún perduran en el país: la persistencia y los cambios.
"Hay regiones que han sobrevivido con un carácter prácticamente de subsistencia -dice Gutiérrez-, mientras el cambio implicó para el país su inserción en la economía mundial como productor de materia prima, como centro de inversión de capitales, como destino de millones de inmigrantes que incorporan su diversidad".
La muestra apela a un despertar de la Nación algo traumático, más aceptable si se ubica al nacimiento medio siglo antes. Junto con los ferrocarriles se extendieron los negociados con las tierras que los rodeaban, la llegada de los inmigrantes no encontró una política pública que los acogiera, y el corrimiento de la frontera agrícola se regó con la masacre de los indígenas. Ese despertar generó como respuesta los movimientos populares que necesitaron de la ley Sáenz Peña -de voto secreto y obligatorio- para establecerse contra la corrupción política y económica que encarnaron sus predecesores.
Gutiérrez rescata que ese proceso "fue capaz de generar nuevas urbanizaciones, una base industrial, una capacidad económica importante y un proceso de educación y de integración con los inmigrantes". Entre las limitaciones de ese proyecto encuentra que "no siempre generó las formas de participación adecuada". Señala que uno de los errores "fue no aceptar el pasado como un dato fundamental del presente, pensar que se partía exclusivamente hacia el futuro, sin aceptar que las persistencias del pasado son las que de alguna manera consolidan las huellas en las cuales el país avanza". Y rescata la importancia de aprender de los errores: "No podemos empezar todos los días de nuevo. Hay que acumular las experiencias, negativas y positivas".
Frente a la "movilidad" característica de ese final del siglo XIX, Gutiérrez enfrenta la despreocupación o el desmantelamiento propio del siglo siguiente. "Hoy podemos criticar que el país se desarrolló como un embudo hacia Buenos Aires con el ferrocarril, porque, en definitiva, el puerto de Buenos Aires era el punto de salida y de articulación con todo el sistema económico. Sin embargo, nosotros hemos retrocedido y hemos levantado esa red. En ese proceso se iban creando poblados, mientras nosotros, a excepción de las grandes obras hidráulicas como el Chocón en su momento o Salto Grande, no hemos creado nuevas ciudades, al contrario", dice Gutiérrez.
Sitios de la memoria
Las fotografías ayudan también a reconstruir las nociones de espacio y sus usos, la fuerza simbólica de esos lugares que forman parte de la memoria colectiva. "En la plaza de Mayo, desde su origen estaba el poder político, en el Cabildo; el religioso, con la Catedral; el comercio, en la Recova y el lugar de juegos, ya que se convertía en plaza de toros. Era prácticamente la acumulación de todas las funciones que tuvieran carácter social -explica Gutiérrez-. Hoy mismo esos sitios son escenarios de la vida del país. Los desfiles y procesiones se siguen haciendo allí. Lo que muestra la fuerza que tienen esos lugares, sitios de la memoria que no tenemos que destruir porque van mucho más allá del edificio". La muestra rescata, a su vez, el valor documental y estético de las fotografías y el cambio que surge de la participación de los fotógrafos en el registro de la historia. Las imágenes capturan y transmiten la simpleza de los primeros poblados, el orgullo con el que posan los operarios frente a las máquinas de una fábrica textil, la trasnformación de un río en puerto gracias a la inversión y al trabajo de cientos de obreros. Trasluce la visión de futuro en el registro de la delgadez de las jóvenes alamedas mendocinas que robustecieron su sombra con los años. Contrasta la humildad de las escuelas del noroeste con la fastuosidad de las construcciones eclesiásticas o las casas de gobierno. Un testimonio visual que muestra los contrastes con los que creció el país.
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Fotos
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La fábrica Adrian Prat, única en su ramo hacia 1888.
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