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 domingo, 13 de febrero de 2005  
Un sinónimo de destrucción

En la noche del 13 al 14 de febrero de 1945, la población de Dresde sufrió lo que nunca había imaginado en los seis años que duraba ya la Segunda Guerra Mundial.

Los estrategas militares del régimen de Hitler estaban convencidos de que Dresde, capital cultural y arquitectónica, jamás iba a sufrir un ataque aliado. Había, para el enemigo, objetivos militares mucho más importantes que la ciudad a orillas del Elba.

Pero fue un grave error, aunque hasta hoy no se sabe si correspondió a una fallida planificación militar o a una estratagema deliberada en una guerra que no se podía ganar pero que Berlín no terminaba de reconocer que estaba perdida.

Lo cierto fue que en esa noche, aviones de guerra británicos y estadounidenses desataron un verdadero infierno bombardeando durante horas a la población civil, a millares de desplazados que se habían refugiado en la ciudad intentando escapar al acoso soviético en el frente oriental y también a millares de prisioneros de guerra.

Dresde se convertía así en símbolo de muerte y destrucción para los alemanes, que vivían ahora en carne propia los horrores de una guerra que había llegado a su propio país. Era además la confirmación inexorable de que la guerra estaba perdida. Apenas tres meses después, el Tercer Reich capitulaba dejando un país en escombros.

En pocas horas, las toneladas de bombas arrojadas por los aviones aliados devastaron el centro de Dresde, un magnífico conjunto barroco con obras que reflejaban el esplendor de la nobleza, la iglesia y la cultura de Sajonia, agrupados en el Palacio Real, la Frauenkirche (la Iglesia de Nuestra Señora) y la ópera Semperoper.

Sin embargo, el historiador inglés Frederick Taylor, lo mismo que Pommerin, recuerda que los ataques aéreos estaban en un contexto militar mucho más complejo: "Los ingleses buscaban quebrar toda resistencia, ya sea militar o civil, para allanar el avance de las tropas soviéticas".

Dresde era, además, un importante nudo ferroviario para los transportes hacia y desde el frente oriental. Otro de los objetivos aliados era el de persuadir a la población de que dejara de creer en los desesperados e inútiles llamamientos de resistencia de la jerarquía nazi.
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