| domingo, 13 de febrero de 2005 | Arena caliente. El parador abrió una polémica con funcionarios entrerrianos Abrió la playa gay a pesar del rechazo del intendente de Victoria El emprendimiento cuenta con cabañas y restaurante en pleno delta del Paraná y a minutos de Rosario Isolda Baraldi / La Capital Y se inauguró nomás. La playa gay Tagoo Arenas abrió ayer desde muy temprano, fue visitada por unas 300 personas y cerró sin inconvenientes a las 21 después de una linda jornada. Así, a la amenaza del intendente de Victoria, César Garcilazo, de que a primera hora de la mañana junto con la Prefectura y la policía pondría la faja de clausura en el balneario, se la llevó el agua. "Después de todas las declaraciones que hizo, es probable que el intendente caiga una noche a querer cenar acá, porque la gente hipócrita es así: niega algo que posiblemente tenga oculto", contraatacó ayer el encargado de relaciones públicas del parador, Claudio Mariani.
Es que Garcilazo no sólo amenazó con cerrar el lugar sino que incluso hizo declaraciones cuanto menos extemporáneas: "Yo no tengo amigos gay". "No me bancaría que haya un bar gay en Victoria", y "no me gustan este tipo de cosas (sic)". Luego, como para que no queden dudas, su secretario agregó: "Las buenas costumbres nuestras no apuntan para ese lado".
Lo cierto es que anteayer Mariani y los propietarios de la playa pasaron varias horas en las oficinas de gobierno victoriense. "Fue increíble las cosas que tuvimos que escuchar, porque el trámite de habilitación está hecho desde hace mucho tiempo y no existe la habilitación definitiva por demoras de la propia Municipalidad", afirmó.
A renglón seguido, destacó que la idea de la playa es acercar hasta el lugar "al segmento gay", pero de ninguna manera convertirlo en sitio cerrado y excluyente. "No vamos a preguntar la identidad sexual de nadie, eso es una locura, no queremos un gueto. Este es un lugar muy concurrido y pretendemos que tanto gays como lesbianas tengan aquí un sitio no hostil sino amigable", afirmó.
Es que Tagoo Arenas es la primera playa denominada gay en la Argentina y por cierto está dando que hablar a propios y extraños, más allá de las polémicas entre empresarios y autoridades. Medios de comunicación de Chile, Uruguay y ciudades argentinas llamaron ayer a Mariani para interiorizarse del proyecto. Además, organizaciones no gubernamentales le hicieron llegar su solidaridad y cuestionaron duramente "por discriminatorias" las declaraciones de Garcilazo.
"Suena gracioso que el intendente de Victoria diga que no habilitará una playa gay como si existiera un rubro especial denominado así, es totalmente discriminatorio", indicó Mariani.
Más allá de esta polémica, el parador abrió sus puertas y la madrina de la playa, el transformista Marcelo Ponzio, sedujo a todos cuando cerca del atardecer realizó un show de inauguración que se robó los aplausos.
Minutos antes, el delegado de Islas, Gustavo Spadillero, se había presentado en la playa para constatar su funcionamiento. Situación que quedó asentada en un acta.
Un lugar impecable El parador Tagoo Arenas cuenta con instalaciones muy confortables y cálidas. Sobre la arena blanca y limpia de la playa
se disponen cómodas reposeras y entre la añosa arboleda del delta paranaense están distribuidas mesas con sombrillas y sillones. Sobre un costado, una barra de madera ofrece todo tipo de tragos y enfrente se alzan dos livings (carpas de lona blanca) con puffs del mismo tono para disfrutar al aire libre, pero sombreados. Al otro lado, una impecable cancha de vóley invita al deporte.
Desde el espigón donde amarran las lanchas continúa un camino de maderas que desemboca en un restaurante. Tiene una terraza techada con una lona amarilla en cuyos bordes cuelgan farolitos de noche desde donde se ingresa a un comedor decorado con piezas marinas. Allí sobresalen los manteles amarillos, la buena disposición de la vajilla y las bodegas pegadas a las paredes que exhiben los vinos de calidad que se ofrecen al público.
La carta del buffet es tentadora: entradas frías y luego lomos, pollo, cerdos con distintas guarniciones y chop suey, son sólo algunos de los platos. Por supuesto que no falta nada de sandwichería para los que prefieren algo liviano y no moverse de la playa.
Detrás del restaurante hay un jardín cuidado y arbolado donde se levantan cabañas con capacidad para dos y cuatro personas y también lugar para camping.
Desde Costa Alta salen lanchas de pasajeros cada hora y media a partir de las 9 y el boleto cuesta siete pesos ida y vuelta. Claro que no es sencillo llegar hasta el lugar ya que hay que ingresar desde El Embudo, frente a la cancha de Rosario Central, en un brazo del Paraná ubicado detrás de la Isla Verde y más adelante del Espinillo.
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