| sábado, 12 de febrero de 2005 | De los muros hacia adentro La revuelta empezó en los pabellones 5 y 6. Una disputa entre grupos enfrentados encendía una luz de alarma para los carceleros. "Cuando los guardianes abrieron una de las puertas, fueron reducidos. Tironearon y salieron todos. Eran más de cien, que agarraron a un guardiacárcel y a otro compañero más", relató un custodio que fue mantenido como rehén.
Rápidamente, alrededor de 1.200 reclusos tomaron sectores estratégicos de la cárcel. Algunos llegaron incluso a una sala donde se reparan armas, de las que luego hicieron ostentación. Hubo familiares que prefirieron quedarse pero otros no pudieron optar porque efectivos de la policía habían bloqueado las salidas. "Estaba terminando la visita con mi marido, cuando se armó. Los mismos policías nos cerraron las puertas y después (los reclusos) nos llevaron hacia la cocina", aseguró.
Testimonios de rehenes y guardias concuerdan en que los presos los condujeron hacia la cocina y los convidaron con gaseosas. Antes de ser llevados hacia allí, algunos familiares aseguran haber sido trasladados "de un lado a otro", por un grupo que aparentemente tenía el control.
Al ser liberada, una mujer conmocionada dijo que los presos que estaban apostados sobre los techos eran los que designaban los lugares que debían ocupar los distintos rehenes. Contra las versiones que aseguraban que dentro del penal los reclusos se enfrentaban entre sí, Gabriela Peralta, una de las mediadoras contó que eso "era mentira. Nunca en la vida se había visto tanta unión entre los presos: la cárcel fue toda una", aseguró. enviar nota por e-mail | | |