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 miércoles, 09 de febrero de 2005  
Calor de carnaval en invierno

La ciudad de Duesseldorf vive sus días de mayor fiesta anual, pero no por el partido amistoso que hoy sostendrán Alemania y Argentina, sino porque su tradicional Fafchang (carnaval) empuja a todos sus habitantes y a los de las regiones cercanas a las calles, donde disfrazados danzan y cantan durante todo el día.

Ubicada casi en el centro geográfico de Alemania, la pintoresca y gótica ciudad de Duesseldorf es atravesada prolijamente por el río Rhin, y cada año 40 días antes de Pascuas, como cada ciudad del poblado e industrializado país alemán y del resto del mundo, festeja el carnaval transformándolo en la mayor fiesta popular de la temporada.

Gente de las regiones aledañas se acerca cada año a Duesseldorf para disfrutar de la fiesta de carnaval más importante, junto con la de la cercana Colonia, aunque algunos turistas, según los medios locales, este año le sumaron al habitual festejo dos días más a su estadía para presenciar el esperado partido de fútbol entre argentinos y alemanes.

Por las bajas temperaturas el festejo es diurno y participa cada uno de los 600.000 habitantes de Duesseldorf, quienes disfrazados -desde los más viejos hasta los bebés ninguno olvida su disfraz- desfilan por las calles del casco antiguo de la ciudad formando una marea humana que torna imposible atravesarla.

La fiesta transcurre del lado este de la ciudad, donde se encuentra El Pueblo Viejo o Altstadt, que fue una aldea pesquera medieval localizada donde el río Düssel se junta con el Rhin, hoy transformado en peatonal con el fin de preservar su rico patrimonio arquitectónico.

Pero lo que más llama la atención no son los disfraces, las bandas de música o el griterío, sino las espectaculares carrozas, famosas por burlarse de los políticos o personajes más importantes de la sociedad alemana y del mundo.

Todos los diarios locales reprodujeron ayer la foto de una elocuente carroza donde una caricatura del presidente estadounidense George Bush de más de cinco metros defeca sobre el mundo, mientras en grandes letras se leía "Dios salve a América... y al mundo".

También hubo otra donde se parodiaba al arquero Oliver Kahn, quien el año pasado se separó escandalosamente de su mujer, como así también de muchos políticos y curas alemanes.


Cerveza a raudales
La bebida nacional, la cerveza, circula a raudales acompañadas de los típicos Brezel o el Der Gluawen (vino caliente aromatizado con canela) con alguna salchicha, para ayudar a soportar mejor las bajas temperaturas que oscilan entre los cero y 5 grados en esta época del año.

Como todo en el país germano, la organización es impecable, y a pesar de la fiesta la pulcritud de sus calles asombra, especialmente por los seis tachos diferentes para clasificar la basura.

Las imponentes catedrales góticas y las construcciones típicas germanas con sus techos que asemejan a una cebolla son testigos de una fiesta que es celebrada desde hace siglos.

La amabilidad de la gente de Duesseldorf, potenciada por el clima festivo y los litros de alcohol, hace que uno deje de lado el estereotipo habitual de que los germanos son personas frías y hoscas.
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