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 miércoles, 15 de diciembre de 2004  
Golpiza y escándalo. Definieron imputaciones para uniformados presentes en la agresión a Sebastián Schmid
Procesan a seis policías por la brutal paliza a un joven en la comisaría 18ª
El ataque, registrado hace 7 meses, fue tan cruento que al chico, de 19 años, debieron extirparle un testículo

Leo Graciarena / La Capital

Seis de los quince policías de la seccional 18ª que fueron separados de sus cargos en mayo pasado tras el escándalo desatado por la golpiza a un joven de 19 años fueron procesados por la jueza de Instrucción Nº5 María Luisa Pérez Vara. Esa sesión de castigo implicó, para el chico, la extirpación de un testículo. No todos los cargos tienen que ver con la paliza, sino que algunos de los encausados están imputados de irregularidades administrativas o encubrimiento del suceso.

"Que procesen a estos señores no nos deja tranquilos. Tememos que tomen represalías", explicó ayer Hugo Schmid, el papá de Sebastián, víctima de la golpiza.

La jueza Pérez Vara procesó a los policías Darío Cervasio, Hipólito Francisco López, Ismael Hernández, Pedro Nicolás Altamira, César Ebel y Mario Agüero como partícipes, con distintos grados de intervención, en el episodio que incluyó la golpiza sobre el joven Schmid. La resolución fue apelada ante la Cámara Penal.

Sebastián Schmid estaba en la esquina de Cafferata y Aurora junto con su novia y unos amigos cuando a las 5.30 del domingo 2 de mayo una patrulla del Comando Radioeléctrico "lo levantó". No era extraño que Sebastián estuviera en esa esquina porque los Schmid viven por Aurora, a unos 50 metros de ese sitio, en barrio Plata. Los policías mencionaron que lo llevaban como sospechoso de un robo en una barriada donde no es extraño "caer demorado" por portación de cara.

Según le contó Sebastián a sus padres luego de la golpiza, dentro de la 18ª dos policías le asestaron rodillazos en la zona de los genitales y le dieron con un bastón de madera. Uno de los empleados policiales le aplicó una patada en el estómago y le dijo: "Viste, también soy karateca". Después de siete horas Sebastián fue liberado el domingo por la tarde. Pero sus penurias estaban lejos de terminar. El joven se quejó, desde que salió de la 18ª, de fuertes dolores en los genitales. El lunes fue al centro de salud de barrio Hume, de ahí al Heca y el martes a las 9.30 le extirparon el testículo izquierdo en el Servicio de Urología del Clemente Alvarez por las lesiones recibidas.

"Físicamente Sebastián está bien. Eso es lo que dicen los médicos. Pero el pibe está traumado. Tiene miedo. Desde que le pasó esto le tiene terror a la policía", explica Hugo Schmid flanqueado por su esposa María y su hijo Sebastián, que no habla de lo que le pasó. Los Schmid son una familia tradicional de barrio Plata. Tienen nueve hijos -seis varones y tres chicas cuyas edades oscilan entre los 38 y los 16-, pero en su casa permanecen cuatro muchachos de entre 20 y 16 años. Hugo trabaja reparando cajas de camiones y haciendo trabajos de herrería. También tiene un bote con el pesca en el Paraná "para pelear un mango más".

A raíz de la golpiza a Sebastián fueron relevados 15 efectivos que incluyeron al jefe de la 18ª, Carlos Alegre, al oficial de servicio y al oficial de guardia. Estos tres policías, además, fueron puestos en disponibilidad, una medida disciplinaria que implica la afectación de sus salarios mientras dure el sumario abierto. La docena restante fueron removidos. Eran efectivos que salían y tomaban turno en la comisaría de Francia al 3600. Además la investigación judicial y policial detectó que el libro de guardia de la 18ª había sido adulterado para encubrir los apremios ilegales.


Miedo a la represalia
Los Schmid abren la puerta de su humilde casa de material, con aire de normalidad, aunque reconocen que le tienen "miedo a la represalia" de los policía procesados. Cuando hablan de quienes golpearon a su hijo se refieren a ellos como "estos señores" y dicen que a Sebastián "la policía lo llevó cuando hacía limpieza".

"A veces uno tiene miedo que te la den por otro lado. Que no vengan en persona, sino que manden a alguien a vengarse", explica Hugo. Pero este hombre de 60 años reconoce que muchas cosas mejoraron con el cambio de cúpula en la 18ª. "Desde que está gente en la seccional, todo cambió. Con ellos se puede hablar".

Con tristeza y rabia en la voz, María explica que Sebastián "nunca sale solo. Como nos dijo la jueza de tribunales, sale con otros chicos o con su novia. Solo por la calle no puede andar". Pero se sobresalta al pensar en lo que podría pasar. "La jueza nos dijo que nos quedáramos tranquilos. Pero tenemos miedo. A él no lo mataron pero me lo arruinaron".

Sebastián está presente en la charla con La Capital, pero mudo. De repente se levanta y desaparece. "Cuando me enteré de que mi pibe estaba en el hospital, me fui para la comisaría a quejarme. El que me atendió fue Cervasio y me dijo que no estaba enterado de nada. «No puede ser que tengamos una manzana podrida acá, Schmid», me dijo. Cervasio se ofreció a traerme el pibe a casa, siendo que él lo había levantado. Cuando me fui de la 18ª me dijo «quedate tranquilo que yo te lo llevo»", explica Hugo.
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Sebastián junto a sus padres, ayer a la tarde.

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