| miércoles, 15 de diciembre de 2004 | Irrelevante muestra Ríos de tinta han corrido poniendo en negro sobre blanco opiniones sobre la exposición del irrelevante artista plástico León Ferrari y su aún más irrelevante "muestra". Estos calificativos tienen su plena justificación en la nota del periodista Montes, publicada en La Capital el pasado domingo, en la cual está claramente expuesto que, sin escándalo, su trascendencia no hubiera pasado de la de una policial de rutina. Sentada mi opinión sobre el artista, me atrevo a efectuar un juicio de valor sobre el contorno de la muestra en sí. La hipocresía de los "creyentes" condenando la muestra por blasfema no hace sino mostrar abiertamente su intolerancia. Prohibir o limitar una muestra de arte, por malo que éste sea, es una peligrosa inclinación al fascismo. La supuesta "ofensa" a su fe planteada por el lector Jorge López tiene la densidad del hidrógeno gaseoso y es absolutamente falsa. Su fe se encuentra resguardada simplemente no asistiendo a la muestra, no pagando la entrada y por ende no contribuyendo a subvencionar la actividad de un mediocre. Distinto es mi caso de agnóstico, que en tal condición no ingreso a ningún templo, no utilizo los servicios de ningún sacerdote de ningún credo y sin embargo pago sin desearlo las "opiniones" de ciudadanos como Bergoglio a través de los (ingentes) aportes de la Tesorería Nacional a la Iglesia Católica. Y estas "opiniones" no se limitan a esta muestra de supuesto arte, sino a temas de muchísima más relevancia como las campañas católicas contra el uso de preservativos en un acto que debiera tomar de oficio un fiscal para investigar apología del delito -en este caso atentado contra la salud pública-. Y no menciono las campañas seculares contra el aborto, haciendo caso omiso de que la casi totalidad de los miles de mujeres que se lo practican anualmente son precisamente ovejas de su grey. Propongo al señor López -y en él a todos quienes sustenten su opinión- que envíen un proyecto de ley al Congreso para eliminar los aportes del Tesoro a la Iglesia cuya fe soportan y que sean ellos los encargados de "asociar" a su club mediante cuotas pagas a todos quienes así lo requieran, liberándonos a quienes no compartimos esa fe de efectuar aportes dinerarios. Los derechos de mayoría, que invoca Jorge López, tienen su límite en el derecho de minorías como el mío. La diferencia no es tan sutil como parece: mientras los derechos del nominado lector se respetan simplemente no asistiendo a una muestra de supuesto arte, los míos no se respetan malgastando el dinero de mis impuestos en sostener una estructura religiosa tan ineficiente como inconsulta y perniciosa.
Doctor Ariel Igea, DNI 8.366.296
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