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 sábado, 11 de diciembre de 2004  
El jefe comunal de Aaron Castellano expuso en la conferencia que se realiza en Buenos Aires
La historia de la laguna La Picasa, un caso testigo del cambio climático
"No hubo controles. Somos nosotros mismos los que provocamos esos desastres", dijo Osvaldo Bonino

La laguna La Picasa y el drama que viven desde hace siete años los habitantes de Aarón Castellanos fueron ayer uno de los temas de debate en la décima Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático, que se realiza en Buenos Aires y donde expuso Osvaldo Bonino, el jefe comunal de la localidad santafesina.

"En menos de una década, la laguna pasó de ocupar mil hectáreas a tener más de 30 mil. Todos los campos de los pequeños y medianos productores que estaban en esa zona quedaron bajo el agua", dijo Bonino, que expuso junto con Penina Moce, de Fiji, y Amil Krishna Mistry, de India, como testigos de cambio climático de la World Wildlife Foundation (WWF).

"No hubo controles y no se manejó bien, por eso es tan importante pensar bien las cosas que hacemos los humanos. Somos nosotros mismos los que provocamos esos desastres", señaló Bonino.

El jefe comunal relató que las precipitaciones alcanzaron en Aarón Castellanos entre 1000 y 1200 milímetros anuales en los últimos años, contra los 800 que eran habituales. El aumento triplicó el tamaño de la laguna, forzó el éxodo de la población, que se redujo a la mitad, y el cambio de las actividades económicas, que se volcaron a la pesca. "Pero ese recurso está agotado", advirtió Bonino.


Custodios de la tierra
En otro extremo del planeta, el agua también es un problema. Así lo demostró Penina Moce, una pescadora de una de las 300 islas que comprenden el estado de Fiji, donde las lluvias vitales para la supervivencia han disminuido año tras año como consecuencia del cambio climático.

"Nosotros dependemos de la lluvia para tener agua potable, para poder lavar la ropa y asearnos, y también para la agricultura. Sin lluvia no hay cultivos posible. No hay vida", relató Penina Moce.

Su pequeña isla, Kabara, se caracterizó por tener dos estaciones bien marcadas, una seca y otra húmeda. Pero desde hace unos años el período húmedo se ha acortado cada vez más. Como la isla carece de ríos, los habitantes debieron recurrir a los antiguos pozos de agua, donde el agua dulce se mezcla con la salada.

La ayuda oficial es poca o nula. "Sólo ayudan a las islas grandes", se lamentó Penina, por lo que la WWF se comprometió a construir más tanques de agua con el fin de almacenarla en las épocas de lluvia. Otro de los problemas que enfrentan es que la isla se encuentra a sólo un metro por encima del nivel del mar, y con una pronunciada erosión costera. De formación rocosa, sólo cuenta con zonas cercanas a las costa para realizar los cultivos.

Si bien el fenómeno se desarrolla desde hace varios años, los habitantes de Fiji lo relacionaban con cuestiones religiosas y naturales. Fue un trabajo de concientización de la WWF el que les permitió comenzar a comprender que la actividad del hombre influía en el cambio de las condiciones climáticas.

"Los seres humanos somos custodios de la Tierra y tenemos que aprender a cuidarla", dijo Penina Moce, para agregar que su misión en la conferencia es "alertar porque muchos de los problemas que tiene Fiji son culpa de estos grandes países".


De cazador a conservacionista
El indio Anil Krishna Mistry era cazador ilegal en Bali, una isla situada en el delta del río Ganges, al este de la India. Anil observa ahora cómo su hábitat es amenazado por efecto del cambio climático.

Mistry se ha convertido al conservacionismo con el objetivo de defender su pequeña ciudad, su pueblo y su gente, que abandona la isla ante los desastres naturales. El clima y el monzón, ese viento que trae las lluvias, están cambiando, y también las temperaturas y el nivel del mar.

"El agua salada sube e invade las zonas cultivadas y nuestras tierras se vuelven menos productivas. Esa es nuestra única fuente de sustento", dijo.

De las 102 islas que forman el Delta del Ganges, sólo 42 están habitadas. Mistry ama su isla, pero teme que en un futuro deba elegir el camino que han tomado varios de sus vecinos y abandonar su hogar.

"Tengo dos niños de 10 y 6 años y por ellos quiero pedir a la gente importante que se encuentra en esta reunión que nos escuchen. Estoy orgulloso de estar aquí, y quiero volver con más orgullo", concluyó.

El objetivo de las exposiciones es demostrar los riesgos que las modificaciones en el clima tienen para sus existencias, y así sumarse a la presión para que esos países desarrollados reduzcan la emisión de gases que generan el efecto invernadero.
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El crecimiento de la laguna trastornó la vida de Aaron Castellano.

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