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 domingo, 05 de diciembre de 2004  
Oportunidad. La quema de combustibles altera la atmósfera y magnifica daños
Las consecuencias graves del efecto invernadero

El clima es controlado fundamentalmente por el balance energético de la Tierra y su atmósfera a largo plazo. La radiación de onda corta que emite el Sol puede ser absorbida o reflejada por la superficie terrestre. Parte de la radiación absorbida es reemitida al espacio en forma de radiación infrarroja (onda larga). Algunos gases, como el dióxido de carbono, el metano, el óxido nitroso, los clorofluorocarbonos, entre otros, atrapan el calor en la baja atmósfera. A este fenómeno se lo denomina efecto invernadero y si no existiera, la Tierra sería un lugar frío y sin vida.

Sin embargo, desde la Revolución Industrial a fines del siglo XIX, y especialmente desde 1950, la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera se ha ido incrementando, causando una amplificación del efecto natural de invernadero, es decir, un calentamiento global de la atmósfera.

La quema de carbón, petróleo, gas natural y otros combustibles, así como la deforestación y varias actividades agrícola-ganaderas e industriales alteran la composición de la atmósfera y contribuyen al cambio climático.

La temperatura global promedio de la Tierra ya aumentó entre 0,3 y 0,6 grados desde fines del siglo XIX. Los modelos climáticos actuales proyectan que la temperatura media mundial se elevará entre 1,4 y 5,8 grados para finales del presente siglo.

Si bien a primera vista un clima más cálido podría resultar deseable, ya que bajarían los consumos y gastos por calefacción y se alargaría el período favorable para el crecimiento vegetal en latitudes medias y altas, muchos expertos coinciden en que las consecuencias negativas del calentamiento global eclipsarán cualquier efecto positivo.

Los beneficios potenciales por un aumento del rendimiento agrícola gracias al incremento de la tasa de fotosíntesis por la subida de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera podría cancelarse por un mayor daño a los cultivos producido por plagas que se reproducen más rápidamente a temperaturas más altas. Se producirá un desplazamiento de las zonas climáticas y agrícolas.

Enfermedades tropicales, como la malaria, el dengue, la encefalitis, la fiebre amarilla y el cólera, se extenderán a áreas templadas.

Los modelos también pronostican un aumento de la intensidad, así como la duración y frecuencia, de fenómenos climáticos como huracanes, ciclones, sequías, tormentas e inundaciones. El nivel del mar aumentaría por la expansión del agua calentada y el incremento de la fusión de los hielos y glaciares y podría inundar vastas zonas costeras, en las que también se encuentran asentadas ciudades. En el peor de los escenarios hasta podrían desaparecer islas enteras.

Estas y otras consecuencias del cambio climático, como la pérdida de biodiversidad y la escasez de recursos hídricos, tendrán impactos socioeconómicos que afectarán en mayor medida a los países más pobres.
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Una central generadora de energía rusa situada en las afueras de Moscú.

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