| miércoles, 17 de noviembre de 2004 | | | Charlas en elCafé del Bajo [email protected]
-Me había propuesto no referirme a ciertos temas en estos días en que se desarrollará el Congreso de la Lengua, para no parecer odioso o mejor aún insidioso en presencia de tantos personajes ilustres que visitan la ciudad. Pero una noticia me ha afectado y no me es posible, lo siento, obviar algunas palabras que vienen de mi pena. Pecaría de traidor a mis sentimientos si guardara silencio. Anteayer, después de haber sido asaltado, asesinaron a don Luis, el propietario del bar ubicado en Corrientes y Zeballos. El lamentable episodio me toca de cerca, porque yo conocí a este hombre. Lo veía con frecuencia con un bolso en la mano en un supermercado, corriendo de aquí para allá para mantener a flote su negocio, peleándole a la crisis, luchándole a la vida.
-Era la figura de tantos argentinos, arqueados por el peso que nos han impuesto, pero no abatidos, a pesar de todo. Hace casi dos años, en esta misma columna, advertíamos sobre lo peligrosa que se estaba tornando la calle Corrientes entre Pellegrini y el río; a nadie del gobierno le importó, naturalmente, porque poco se hizo. Y así se sucedieron los asaltos y hasta en plena intersección de calle Córdoba y Corrientes, en el corazón del centro rosarino, hubo robos, tiros y heridos. Ayer una muerte, una vida sesgada, una familia en llanto. Desde luego, no me olvido de otros casos que se suceden cotidianamente en todos los puntos de la ciudad.
-Anteayer, también, mientras asesinaban a don Luis, veía a la jefa de Policía de la provincia, Leila Perazzo, caminando por la peatonal Córdoba junto con la Banda de Música promocionando e inaugurando (acaso en el marco de este Congreso de la Lengua que tanto moviliza) no sé bien qué carrito policial u objeto por el estilo. Me pareció estupendo, pero pensé cuánto más estupendo sería que inaugurara también menos tráfico de droga en la provincia, que es una de las principales causas de delito en la sociedad de nuestros días. Los chicos están "sacados" roban para comprar estupefacientes y matan sin piedad por estar obnubilados.
-Anteayer, también, mientras don Luis moría apuñalado, la Municipalidad y el gobierno de la provincia comunicaron a los comerciantes que tienen sus negocios en las adyacencias de la Bolsa de Comercio y de otros sectores de la ciudad, por donde pasarán sus majestades, los Reyes de España, que deberán cerrar sus puertas y decían que por razones de seguridad ni el paso peatonal se permitirá. Me parece bien que se resguarde la sangre real y la de ilustres visitantes, pero me parecería maravilloso que con el mismo celo cada día de esta vida, que a veces es muy amarga para muchos, se cuidara la sangre rosarina que no por no ser de estirpe es menos valiosa.
-Afortunadamente son muchos los que no permanecen callados ante las injusticias y el dolor del prójimo y son muchos también los que no permanecen en silencio aun teniendo algunas cuestiones resueltas en la vida. Esto es solidaridad y comprender, además, que los dones de hoy, mañana y en apenas un tris, puede arrebatarlos una corporación perversa y desenfadada o las nefastas circunstancias que ella pergeña o permite por ser corrupta o inepta. Esta corporación ya nos ha mostrado de lo que es capaz.
-Cualquiera de los dos descarríos que menciona son hacedores de seres humanos infelices, de sociedades angustiadas.
-Es posible, casi seguro, no obstante, que la corporación se ría, se mofe, de las palabras y los pensamientos de los idealistas y hasta pergeñen formas de terminarlos cuando estos molestan demasiado. Pero es reconfortante saber que ellos no nos traicionan con el silencio que parece ser la moda de algunos funcionarios. El Congreso de la Lengua es trascendente y las visitas nos honran con su presencia, pero creo que algunas cosas debieron manejarse con más humildad y prudencia. Lo siento, pero no me parece digno deleitarse con caviar ante la mirada afligente del hambriento.
-Ilustres personajes de las letras estarán por estos días en Rosario. Quieran ellos, sagradas deidades, echar un poco de luz y proclamar de viva voz a otros personajes, pero no tan ilustres, que en nuestra sublime lengua también existen bellísimas palabras como amor, justicia, paz, seguridad, derecho, humildad, respeto, vida, que no por ser abstractas no pueden ser aplicadas.
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