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 domingo, 07 de noviembre de 2004  
Alimentación
Chicos más dinámicos

Que el desayuno es la comida más importante del día, en especial para los escolares, no es novedad. La noticia es que ya se sabe cómo armar desde la mamadera hasta las primeras comidas sólidas y los menúes infantiles para optimizar el rendimiento físico e intelectual de los chicos. Es más, la ciencia se metió en la dieta de las mujeres embarazadas, dándoles un espaldarazo tanto a ellas como a sus hijos en gestación.

Los azúcares refinados y harinas comunes pasaron a la historia, al igual que las grasas animales, porque adormecen las capacidades o les dan un empujón de muy corto alcance. Pero las proteínas, ciertas vitaminas y otros elementos grasos se alinean con minerales para optimizar desde el sistema defensivo del cuerpo hasta la nota del examen de matemáticas.

Ahora también se ha descubierto cómo mejorar no sólo el desarrollo físico e intelectual del niño, sino también lograr buen humor y una actitud más despierta frente a los desafíos cotidianos.

Mayor rendimiento

Ya sea en la escuela como en la oficina o en las tareas que requieren de un simple despliegue de memoria, los menúes muy ricos en grasas conspiran contra el rendimiento intelectual. Las grasas responsables de estos cambios negativos son las de origen animal; por el contrario, las aptitudes del cerebro aumentan si el menú contiene ácidos grasos esenciales como los Omega 3, presentes en pescados y vegetales.

Estas últimas grasas son las que los expertos recomiendan consumir durante el embarazo ya que atraviesan la placenta, además de enriquecer la composición de la leche materna cumpliendo un rol fundamental en el desarrollo del sistema nervioso central (cerebro, cerebelo, tronco, médula espinal y nervios) del bebé.

Al respecto, la licenciada en nutrición María Emilia Mazzei, profesional de la Fundación Favaloro, entre otras instituciones, afirma que cuanto más abundante sea el consumo de pescados de mares profundos y fríos por parte de la mujer embarazada (debido a los ácidos grasos Omega 3 y 6 que contienen) mejor materia prima tendrá el cerebro fetal.

La misma especialista remarca que los ácidos Omega 3 intervienen directamente en el razonamiento y la memoria, además de contribuir a una buena visión. Entonces, peces como la caballa, el atún y las sardinas, entre otros, también previenen el Síndrome de Atención Dispersa (SAD) que afecta más a los varones que a las niñas (los niños de sexo masculino requieren más del Omega 3 que sus pares de género femenino).

Precisamente, indica Mazzei en uno de sus trabajos, el SAD, conjuntamente con una mayor incidencia de asma, alergias, eczemas, dolores de cabeza y estómago, infecciones de oído y piel seca son parte del llamado Síndrome de la Modernización, proveniente de la deficiencia de Omega 3 debido al consumo de comida chatarra.

Otras enfermedades o trastornos derivados del déficit de los ácidos grasos Omega 3 son la depresión, la hostilidad, el mal funcionamiento del sistema inmunitario y ciertos trastornos cardíacos. Los Omega 3 también se encuentran en las semillas de lino (especialmente en el aceite extraído de ellas) y en la verdolaga, verdura que se consume muy poco en la Argentina.

La incorporación de ácidos grasos (presentes de manera natural en la leche materna) en fórmulas de alimento para bebés -como los ácidos grasos araquidónico y docosahexaenoico- se probó con resultados exitosos en EEUU. Estas sustancias alimenticias, antes del nacimiento y durante la lactancia, también son brindadas por la madre a su hijo en gestación a través de la placenta.

Científicos de la Retina Foundation of the Southwest, en Dallas, Texas, EEUU, compararon un total de 56 bebés que fueron reclutados a los cinco días de su nacimiento (divididos en tres grupos) y recibieron distintas fórmulas sustitutas de alimento durante 17 semanas.

A los 18 meses de edad se vio que la leche que contenía los dos ácidos grasos ya nombrados no influía en actividades como caminar, saltar o dibujar pero sí incrementaba el desarrollo mental vinculado a la memoria, a la habilidad para resolver problemas sencillos, a la percepción de detalles visuales y al desenvolvimiento del lenguaje.

Cuestión de peso

Según una investigación hecha en el Hospital General de Southampton, Inglaterra, los bebés con mejor futuro parecen ser los que pesan 3,5 kilogramos o más. Los investigadores creen que la ventaja se debe a que el crecimiento fetal obliga a una mayor multiplicación de los vasos sanguíneos en el organismo, beneficiando especialmente al cerebro y el corazón. Esto porque el bebé, al ser más grande, desarrolla un mejor sistema de arterias que cubren toda su demanda.

El peso y el estado nutricional al nacer marcan muchas diferencias entre diferentes continentes, países, y por supuesto, provincias argentinas. Las desigualdades a veces no tienen que ver con la suma destinada a la canasta familiar, sino a los hábitos de la familia en cuestión. Así, la mayoría de los niños argentinos en cuanto a alimentación y rendimiento escolar o físico, camina justo por el sendero contrario al que debiera, de acuerdo con estudios realizados por el Centro de Estudios sobre la Nutrición Infantil (CESNI).

Este grupo de especialistas descubrió que tres de cada cuatro niños en edad escolar, independientemente de su nivel socioeconómico, desayunan de manera inadecuada. La escasez de nutrientes es tal que condiciona tanto la actividad física como la intelectual que deben desplegar en el colegio.

Tanto si se trata de un chico que vive a full como si está en vísperas de exámenes, incluso si ya ha pasado la edad infantil y es un universitario o un empleado que necesita todas las luces, el menú inteligente con más wats incluye: carne vacuna magra, frutos de mar, queso de soja, lentejas, cítricos, la parte interna de las semillas de girasol, merluza con papas al natural o una taza de arroz y un reconstituyente tan sabroso como infalible, el tan apetecible licuado de banana con leche. Sin importar la edad y olvidándose definitivamente de la comida chatarra, las neuronas brillarán otra vez como por arte de magia.

Graciela Clivaggio
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