| domingo, 17 de octubre de 2004 | | [email protected]
-Si debiéramos elegir un título para la charla de este domingo le pondríamos: "Persecuciones contra el amor en el mundo". El miércoles por la tarde, al recibir en la sinagoga a monseñor Eduardo Mirás, el médico y titular de la Daia Rosario, doctor Rubén Bercovich pronunció en su discurso una frase corta pero contundente y de tremenda trascendencia: "El terrorismo es un pecado contra Dios y contra el hombre". Cuando retornaba a mi casa, Inocencio, ese atardecer me fui reflexionando sobre estas palabras tan ciertas.
-Le confieso, Candi, que yo también volví cavilando sobre esas expresiones y llegué a una triste como trágica conclusión: una fuerza siniestra levanta un nuevo Auswichtz en los corazones de muchos, de muchísimos hombres y es también un pecado contra Dios y contra el propio hombre permitir que se consume esta obra mefistofélica.
-A partir de estas palabras de Bercovich, y sin que ello signifique comprometerlo con nuestra opinión (quiero dejarlo perfectamente aclarado), hablaremos brevemente de nuevas formas de terrorismo y nazi-fascismo. Un terrorismo que, en su forma conocida, no sólo persigue el exterminio de los hijos de Israel, sino el exterminio de todo aquel que sustente como principio rector el sentimiento que nace en el corazón humano, el amor. Es este el mismo tipo de exterminio que debieron soportar, por ejemplo, los cristianos no sólo con los martirios de las primeras épocas, sino con las persecuciones brutales cometidas por ciertos regímenes por todos conocidos que encarcelaban sin piedad a curas y piadosos católicos sólo por amar a Dios y a Jesucristo.
-Cuando un colectivo estalla en Israel y desparrama la carne y la sangre de benditos inocentes; cuando se pone una bomba y se vuela la Amia matando a judíos y no judíos; cuando aviones son estrellados contra dos torres matando a miles de norteamericanos, latinos, católicos, evangelistas, ricos, pobres, blancos, seres de color, hombres, mujeres y niños; cuando cientos de vidas son cercenadas sin piedad en un anden de Madrid horas antes de una elección y con un claro propósito político, no estamos sino frente a la "bestia" conocida: Hamas, Hezbolla, Al Qaeda, entre otras ramas. Una bestia que no se conformará con saciar su voracidad con un bocado de semitismo, está viniendo por todo lo demás. Viene por los hombres, sin distingos de credos, raza, género, que sostienen como paradigma de la existencia humana la justicia y la paz.
-Pero hay también otra "bestia" por la que corre la misma sangre nazi-fascista que se la pasa construyendo nuevos Auswichtz en el corazón de muchos justos, como usted, amigo lector. Esta bestia comete actos terroristas a cada instante de la vida cotidiana y en todas partes. Su bomba es la injusticia, su metralla la impiedad. Este terrorismo vive en muchos líderes que fabrican y colocan explosivos perfectos que estallan únicamente en el corazón del ser humano, en su mente, en su espíritu. Este nuevo "fhürer mejorado" no cobra fuerza sólo en la extrema derecha, es más hábil, más astuto: aprendió a mimetizarse y sólo así puede comprenderse que algunos guarden silencio cuando un niño judío en Israel vuela muerto y en mil pedazos por el aire. Sólo así puede comprenderse que se pretendan convertir actos de legítima defensa del pueblo judío en ataques arteros. Sólo así puede entenderse que poco importe su angustia, lector, por culpa de un sistema que lo sofoca a usted y a sus seres queridos de diversas maneras, privándole del derecho a la paz interior.
-Este nuevo Hitler cultiva desamparados y pobres en todo el mundo y no pertenece a una corriente ideológica en particular; somete a niños, ancianos, a gente de la clase media, a ricos justos y humildes de corazón. Este terrorismo la emprende, implacable, contra esa determinante institución llamada familia y por diversos medios, sofisticados y sutiles, procura separarla, dividirla, aniquilarla, sabiendo que una vez destruido este templo el amor ha sido puesto, casi, en estado de coma profundo. Este nuevo nazismo, que actúa impelido por las mismas fuerzas siniestras que mueven a la diabólica Al Qaeda o Hamas tiene una clara misión: extirpar el amor como modelo de vida. Es cierto: "El terrorismo es un pecado contra el hombre y contra Dios" y es menester luchar contra este árbol de fruto envenenado, con muchísimas ramas y una sola raíz.
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