| domingo, 03 de octubre de 2004 | Rosario desconocida: Historias, finanzas y Gardel José Mario Bonacci (*) Hay muchas maneras de relatar algo relacionado con un medio urbano, traerlo al presente, insertarlo en la memoria popular y darle vida para conformar una parte del latir de la ciudad. Hace quince años, leímos en la revista de La Nación el pensamiento de Artur Miller, respecto de este oficio de investigar y contar cosas ocurridas separadamente: "...fui dando saltos en el tiempo para poder enfrentar en sí hechos y personas que jamás habían coincidido en la vida real. Es la técnica más verídica para contar algo. Lo importante no son las imágenes que rescatamos de la memoria, sino las conexiones que establecemos entre ellas, los contrapuntos entre unas y otras, y las sublimaciones a que las sometemos cuando las enfrentamos".
En plena zona bancaria de la ciudad, descubrimos que no todo es ansia insensible de dinero calculado y frío. En este presente de apuros y vencimientos, de angustias y alegrías raleadas pero existentes, anidan los mensajes del tiempo, la historia, la memoria colectiva, la poesía urbana.
Por un lado, es innegable que la marcha de los días van dejando su rastro sobre la ciudad, pero por el otro resulta sorprendente que hechos aparentemente aislados e inconexos puedan constituir un relato, una pequeña historia sobre el cuerpo construído que se transita todos los días.
San Martín y Santa Fe Esquinas hay muchas en la ciudad y como ejemplo es bueno referirnos hoy al cruce de San Martín y Santa Fe, lugar que seguramente para la mayoría de la gente que por allí transita sólo tiene relación con el tráfago diario del mundo bancario, con el suplicio de jubilados, la soledad nocturna cuando la fuerza del dinero se toma un descanso y ciertos signos ostensibles de momentos desaparecidos en la vida de la ciudad. Las presencias reales o imaginarias de este lugar, están entonces prontas para salir al paso del caminante en encuentros posibles y sorprendentes tomando nuevos matices a la luz de nuestro tiempo.
Si la indagación se inicia en el antiguo Banco de la Nación, San Martín 750, popularmente llamado "la catedral", se sabrá que su planta responde a esa tipología y se estará ante una imponente realidad de la arquitectura local, con su casi inexplicable frente coronado de esculturas y su paisaje interior de magnífica resolución, con el aporte de la luz en un clima no habitual para este tipo de presencias, que se descubre entrando y recorriendo el espacio alimentado a pura sensación. Más cercano en el tiempo, fue también pensado como posible sede del Museo de la Ciudad en la década del 80, al mudarse la actividad al nuevo edificio de la esquina.
La vereda de enfrente nos lleva hacia la casa central del Banco Provincial de Santa Fe, un edificio "buenamente desobediente" como no hay muchos casos en la ciudad. Rompe el trazado de la línea municipal recta de la cuadra y la fachada se curva hacia el noreste, con notable modificación de la vivencia espacial y eclosión en la expansión visual de la esquina. Es casi como una "invitación a la entrada" a esa zona irregular, atractiva, "medieval", como gustaba llamarla el arquitecto Emilio Maisonnave (padre), autor de la obra junto al ingeniero Daumas y que luego de insinuarse se desarrolla en cercanías de la antigua Aduana.
Todo por dos pesos Cruzando nuevamente la vereda, el Banco Municipal de Rosario, casi una extraña presencia de granito negro que arquea su frente de medio exágono, crea otro ensanchamiento del espacio. Si nos situamos en el punto en que se cruza el eje central del edificio con la línea municipal y pasamos con visión rasante al borde de esquina del Banco de Santa Fe, se encontrará en el fondo del conjunto la medianera de San Martín 647 (cuadra siguiente) que limita la playa de estacionamiento existente, pared que en el presente está pintada de rojo. Todavía hoy, deja ver en su superficie rastros envejecidos con marcas de antiguos techos, apoyos de vigas y traza de una escalera marcada en tamaño natural, último mensaje del escenario perteneciente al Gran Concierto Café La Bolsa, donde en 1917 actuó acompañado por José Razzano nada menos que Carlos Gardel.
En su ignorancia, el dueño del local le dijo a uno de los mozos: "mirá, cuando terminen dale dos pesos y que se vayan", sin imaginar que muy poco tiempo después Carlitos inventaría la manera de expresar el tango como marca indiscutible de nuestra identidad, acunándose en los compases de "Mi noche triste".
El local cobijó después al inolvidable cine San Martín, vecino también dentro del mismo conjunto edilicio con comercios entre los que se destacaban, sobre Santa Fe, un fondín en donde se podían comer ranas fritas al paso a cualquier hora del día marcando el aire con particular acento y la inolvidable librería Austral, primera de la ciudad especializada en arquitectura y arte, en donde buscábamos ansiosos el material que nos ayudara a seguir el camino de nuestra vocación.
Todo esto junto, en el mismo punto, y conformando una especie de aquelarre urbano con la voz del diariero, vendedores ambulantes, el estruendo y la campana del tranvía.
Profesor Plum En las ochavas opuestas, completan la esquina la antigua sede de Echesortu y Casas hoy abandonada, y el ex Banco Español, ejemplo de recuperación de una antigua edificación llevada hace más de sesenta años a lineamientos de un simple y contenido racionalismo.
Y para redondear la búsqueda, crucemos nuevamente la calle para quedar con la memoria de Gardel a nuestras espaldas y observar desde allí la negritud luminosa del Banco Municipal extrañamente engarzada entre la vieja y sugerente arquitectura de la zona.
Hacia el este por Santa Fe y en donde existe una segunda playa de estacionamiento, existió hasta fines de los 60 Profesor Plum, un lugar bailable preferido por la juventud universitaria, cuya curiosidad era el tener que atravesar entre autos estacionados un profundo galpón, para encontrar su ingreso en el fondo. Y en la vereda opuesta, aún con vida y en funcionamiento pleno, el ingreso por Santa Fe del Pasaje Pam, en su recorrido hacia Córdoba.
Son visiones, mensajes, recuerdos de una ciudad siempre dispuesta a ser descubierta por quien observe con interés algo que le pertenece por elección como lugar para transcurrir su vida.
(*)Arquitecto
[email protected] enviar nota por e-mail | | Fotos | | Gardel cantó en Rosario en 1917, frente al Banco Provincial, en Santa Fe y San Martín. | | |