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 domingo, 03 de octubre de 2004

Iglesias, playas y capoeira en San Salvador de Bahía

Paula Cecilia Ardison

San Salvador de Bahía es la esencia mística brasileña. Es la más "negra" de todas las regiones, debido a que su población está formada por los antiguos esclavos africanos. Es la capital primigenia de Brasil y continúa siendo su centro de identidad.

En Salvador sobran los motivos de celebración y por ello todos los días son una verdadera fiesta. Los visitantes se sorprenden ante la amabilidad y la amplia sonrisa que en todo momento dispensan sus pobladores.

Por las noches el tradicional barrio de Pelourinho resurge con actuaciones musicales en patios, calles y locales. Las tranquilas canciones del fantástico Caetano Veloso se mezclan con las movidas y ruidosas sambas, que dan lugar a vistosas coreografías que todos siguen como si se tratase de un enorme show. Y con la febril vida nocturna contrastan las playas de arenas blancas y aguas cálidas, los cocoteros, las orquídeas y los peces de colores de variados tamaños.


Rituales sagrados
A su manera, San Salvador de Bahía es profundamente religiosa. Constituye una mezcla animista y cristiana, siendo mundialmente conocida por sus iglesias. Por ejemplo, la bella San Francisco tiene en su interior miles de ángeles dorados decorados.

Pero la más famosa, no por la arquitectura, si no por los milagros, sea la iglesia Do Bomfim. Los bahianos le ofrecen continuamente su pulsera de la suerte -cada color un dios, tres nudos tres deseos- bajo la protección del Cristo do Bomfim, el Oxalá indígena. En sus escalinatas se celebran los ritos más populares y es visita obligada de creyentes y supersticiosos.

Las festividades religiosas son muy coloridas, como la procesión marítima de Nuestro Señor de los Navegantes, donde embarcaciones de todos los tamaños surcan la bahía portando la imagen del Buen Jesús.

Otra celebración es la "Lavagem de Bomfim", una procesión donde los bahianos asisten vestidos del blanco más puro y donde las bahianas vacían sus jarras de aromática agua purificadora en el atrio de la iglesia y sobre la cabeza de los fieles, en un ritual lleno de esperanza y fe.

Salvador fue construida en su mayor parte sobre el acantilado que domina la bahía. El emblemático ascensor Lacerda, edificación art decó, comunica la ciudad Baja con la Alta, donde se encuentran la mayoría de los edificios históricos. Se destaca el Pelourinho, barrio que se reconoce por sus casas color pastel de los siglos XVI y XVII.

Es notable la variedad de museos, como el "Abelardo Rodríguez", que cuenta con una colección de arte sacro de los siglos XVII, XVIII y XIX. También vale la pena conocer el Museo de Cidade.

A su vez, en Pelourinho los jóvenes practican la capoeira, una lucha-danza traída por los esclavos angoleños, en la que los elásticos combatientes ejecutan complicados saltos al ritmo del tamboril y del metálico sonido del birimbao.

Por todo esto, Salvador de Bahía es un destino único, soñado, ideal para disfrutar del descanso y la alegría del pueblo brasileño.

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Bahianas de blanco en una procesión.

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