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 domingo, 03 de octubre de 2004

Tragedia. Los hechos de Carmen de Patagones causaron espanto a los chicos
Reflexión con sorpresa en Rosario: muchos alumnos admitieron que en sus casas hay armas
La comunidad educativa abordó costados de la violencia con la que se convive, algo común a distintas realidades

La tragedia de Carmen de Patagones encendió todas las luces de advertencia en las comunidades escolares. En Rosario, la cuestión se abordó en la mayoría de las escuelas durante una jornada de reflexión y, si bien los docentes han tratado el tema anteriormente con los alumnos por imposición de la realidad diaria, al ahondarse estos días circunstancias y particularidades han saltado a la vista detalles reveladores, como la existencia de armas en muchos hogares. Los fatídicos hechos causaron asombro y espanto a los chicos, y desde allí expresaron sin reservas lo que pensaban a sus maestros.

En la escuela Bernardino Rivadavia, situada en el "corazón aristocrático" de la ciudad, los docentes quedaron apabullados por la cantidad de chicos que admitieron (levantaron la mano ante la pregunta) que en sus hogares hay armas de distintos calibre y tipo (la inmensa mayoría revólveres y pistolas), que ellos sabían dónde las depositaban sus padres, y en qué condiciones. Pero el asombro llegó más allá cuando, en esa misma escuela, y durante una reunión reservada a los educadores, se puso de manifiesto que también muchos de ellos tenían armas: "No sé tirar, pero tengo una pistola", coincidieron varios.

Una autoridad de ese colegio dijo que esas jornadas de reflexión dieron una pauta concreta de posiciones que pueden considerarse exageradas en una buena porción de la ciudadanía, como respuesta inmediata a la situación que se vive, o se experimenta. También una docente del mismo centro educativo aseguró que durante las charlas en los cursos, los alumnos expresaron su repudio por las muertes, pero no les sorprendió demasiado el hecho por el clima de violencia social, y hasta cultural, a la que creen que están sometidos.

En escuelas del centro o de barrios del norte, oeste y sur de la ciudad, la cuestión de la existencia de armas en los hogares fue la constante, aunque con diferencias marcadas respecto de la posibilidad de acceso de los chicos a las mismas. Vale el caso de los alumnos de una escuela semirrural de Uriburu al 7500, en zona de quintas, donde los alumnos dijeron que en sus hogares había escopetas, o revólveres, pero era un objeto que pertenecía exclusivamente a los padres, que a ellos ni se les ocurriría tocarlos.

De esa recorrida, también, surgieron otras cuestiones, como los "huecos" que llenan todos los días maestros y profesores en el tránsito de la formación. "En realidad, a veces vemos que algunos padres se lavan las manos en la formación de sus hijos y los «depositan» en la escuela; corren todo el día a varios trabajos para poder llegar a fin de mes, o tener otras cosas. Y los chicos quedan solos, nosotros tenemos que orientarlos, asistirlos, apoyarlos y guiarlos mucho más allá de lo que resulta nuestro propio trabajo", aseguró la vicedirectora de la Bernardino Rivadavia. Aunque también habló de la inmensa satisfacción que experimenta cuando algún alumno que pertenece a un hogar desposeído alcanza a ser un profesional destacado.

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