Un ladrón reincidente de 28 años sentenciado por un ataque en barrio Acíndar

Condena por disparar a dos repartidores

Hirió gravemente a uno de ellos, que distribuían lácteos, en marzo de 2002. Le dieron nueve años y medio de cárcel

María Laura Cicerchia / La Capital

Un joven de 28 años fue condenado por un violento intento de asalto a dos repartidores de lácteos en barrio Acíndar en el que hirió de un escopetazo a uno de los distribuidores en el abdomen, el brazo izquierdo, los testículos y las dos piernas. Luego, al escapar del lugar en bicicleta, el mismo asaltante recibió tres balazos que lo hirieron de gravedad al enfrentarse con el una patrulla del Comando Radioeléctrico. Como la pena de prisión se sumó a la de una condena que tenía por cumplir, pasará en total nueve años y medio en la cárcel.

Angel Sebastián Sosa, de 28 años, fue encontrado culpable del intento de robo que sufrieron el distribuidor de lácteos Raúl Bernardo Britto y su empleado José Héctor Godoy frente a una granja de Cafferata 4386, en la zona sudoeste, la mañana del 22 de marzo de 2002. El juez de Sentencia Nº 3, Luis Giraudo, lo condenó a cuatro años y medio de cárcel, pero como el imputado era reincidente (ya lo habían sentenciado a seis años y medio de prisión con anterioridad, en abril de 1997), dispuso que deberá permanecer detenido casi diez años hasta cumplir esas dos penas.


Entre los escombros
Sosa se encontraba bajo el régimen de libertad asistida cuando el día del hecho, a las 9:50 de la mañana, esperó que los dos distribuidores salieran del comercio ubicado en la ochava sudoeste de Cafferata y Pasaje Palpa. Los dos repartidores habían dejado en el comercio el pedido de lácteos de la firma Sancor y se alistaban para subir al camión Ford 350 cuando se acercó un joven que había tirado su bicicleta a unos 20 metros de allí.

El ayudante del repartidor había dado la vuelta al camión por detrás cuando divisó la figura de un hombre tras una montaña de escombros y olfateó el peligro que se avecinaba. "Britto, ojo", alcanzó a gritarle a su patrón antes de que el desconocido se apoyara sobre el capó del camión y lo arrojara al suelo de un escopetazo.

A pesar de haber recibido perdigonadas en el abdomen, los testículos, el brazo izquierdo y ambas piernas, Godoy estuvo en condiciones de reincorporarse y correr al interior de la granja pidiendo ayuda. El plan del asaltante se desvaneció cuando el lugar comenzó a llenarse de gente: clientes y vecinos lo vieron escapar velozmente en una bicicleta playera amarilla. "Cuando corrí hacia el negocio vi que este muchacho me seguía apuntando, pero como salió mucha gente del negocio se subió a una bicicleta y se retiró", narró entonces el repartidor herido, que quedó tirado y ensangrentado en el suelo del almacén.

Además de Britto, quien presenció la secuencia del ataque desde el otro lado del camión, otros tres testigos observaron nítidamente lo que había pasado. Un vecino corrió al agresor, pero no pudo alcanzarlo: lo vio escabullirse por Cafferata en contramano y sin haber robado nada.

Minutos más tarde, mientras a Godoy lo llevaban en ambulancia al hospital, dos hombres del Comando Radioeléctrico se cruzaron con Sosa en Dr. Riva y Constitución. Al comprobar que el joven se parecía al que buscaban intentaron detenerlo, pero el muchacho resistió su arresto de un disparo. Lo hirieron de tres balazos en la pierna, la mano y el estómago. Los mismos efectivos lo trasladaron al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, donde fue operado.

Por la escopeta de caño recortado que le incautaron, una Mauser calibre 16, le imputaron además del intento de robo y las lesiones la tenencia de un arma de guerra. Sin embargo, el juez Giraudo no consideró acreditado que el muchacho hubiera intentado matar a Godoy, como lo habían acusado en un principio.

La escopeta Mauser calibre 16 que utilizó Sosa.