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 domingo, 05 de septiembre de 2004

Eduación: palabras en lugar de piñas

Cinco mil estudiantes de todo el país se desempeñan como mediadores para la solución de conflictos en las escuelas, una estrategia que en los fueros civiles desalienta muchos juicios y en el interior de las aulas evita que los problemas se resuelvan "a las piñas".

La iniciativa la lleva adelante un grupo de mediadores judiciales, abogados del ministerio de Justicia de la Nación que intervienen en cuestiones comunales y desde hace unos cinco años viajan a las escuelas de todo el país para capacitar a docentes y alumnos.

"Aspiramos a que los chicos que hoy están en la escuela sean hombres y mujeres formados en una cultura de paz, que descarten la violencia como resolución de conflictos", afirmó el secretario de Justicia de la Nación, Martín Montero. Montero viajó a Puerto Madryn para la apertura del "Primer encuentro de alumnos mediadores", que reunió, en una jornada realizada en agosto pasado, a 600 estudiantes que disertaron sobre violencia escolar e intercambiaron experiencias.

En rigor, son 300 jóvenes locales y 300 que representan a las provincias de Catamarca, Corrientes, Chaco, Chubut, Mendoza, Río Negro, Buenos Aires, Tierra del Fuego, Santa Fe y Capital Federal. "Es muy importante que los chicos aprendan a comunicarse y resuelvan los conflictos desde el inicio y entre pares, para que haya equilibrio del poder", explicó una de las mediadoras judiciales y coordinadora del encuentro, Andrea Lapassett.

Los alumnos mediadores, formados en la escuela y elegidos por votación directa de sus compañeros, intervienen a pedido de una de las partes, por recomendación de los docentes o "de oficio". "Lo que más reclaman y necesitan, niños y adolescentes por igual, es ser escuchados: ese es el primer paso que dan los mediadores frente a un conflicto", aseguró Lapassett y reclamó mayor "coherencia entre los adultos, que pedimos muchas cosas y ofrecemos muy pocas, sobre todo con el ejemplo".

"Pedimos que no mientan y mentimos; pedimos que no agredan y agredimos", detalló Lapassett y a modo de explicación, frente a tantos casos de violencia escolar, puntualizó que "los chicos no son ajenos al sistema social que es muy violento".

La falta de comunicación entre las partes, las sospechas de robo, los "chismes" y la discriminación entre pares -por cuestiones sociales y raciales, sobre todo, contra niños extranjeros de países limítrofes-, son los motivos que desencadenan la mayoría de las peleas escolares.

"Los chicos no se quieren prestar las cosas o hablan mal unos de otros", contó una de las jóvenes mediadoras que asistió al encuentro, Antonella Dali, de 13 años, de la provincia de Chubut. En la escuela de Antonella las mediaciones llegan después de varios insultos, "que nunca pasaron a mayores", y gracias a la intervención, devienen en un diálogo "en el que los chicos se enojan, explican qué les pasa y llegan a un acuerdo".

En la escuela de Gerardo Pusac, un estudiante bonaerense de 14 años, las discusiones terminaron cuando uno de sus compañeros le arrojó una silla a otro, porque "las mujeres querían un buzo de egresados y los varones, una campera".

La pelea empezó con los preparativos del viaje a Bariloche: como es tradición entre los egresados del EGB, había que elegir una prenda que los distinga de las otras escuelas. "Las chicas querían que fueran buzos y los chicos, camperas, y lo que empezó como una discusión tonta, terminó a los sillazos", explicó Gerardo respecto del episodio, a raíz del cual empezaron con los talleres de mediación.

Una "escucha activa", que pondere la expresión del otro y no exacerbe ni minimice el problema, y el parafraseo, estrategia que consiste en repetir textualmente lo que se dice, son las dos estrategias más utilizadas por los mediadores, a la hora de enfrentar un conflicto.

"Lo importante es que nos calmemos todos y podamos hablar", confirmó Abril Beato, de 12 años, quien viajó a Puerto Madryn en representación de los estudiantes de Río Negro. Abril tiene un año de experiencia en mediaciones y aseguró que en la mayoría de los casos, los resultados son exitosos. "Sobre todo con las gastadas -concluyó-. Los chicos se dicen cosas muy feas y más a personas gordas o si tienen un nombre raro o si vienen de otros países y a veces, no se dan cuenta de lo mucho que lastiman". (Télam)

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