| domingo, 05 de septiembre de 2004 | El cazador oculto: Un decálogo para no pisar en falso Hay que saber seleccionar bien cuál de las muchísimas invitaciones que se reciben hay que aceptar y cuál no. El consejo, que forma parte de un decálogo no escrito pero que todos respetan, es vital para no pisar en falso, porque se corre el riesgo de desaparecer de una vez y para siempre de las listas VIP que se consultan como al oráculo cada vez que se convoca a una reunión social. Ya lo dijo el bueno de Luca, lo peor es resbalar. Por eso el jueves por la noche, aunque los coquetos salones de Terrazas desbordaban de brillos y alegría, nadie se dejó caer por ahí. Mal que le pese al bueno de Pablito Breitman, que insiste con las bondades televisivas del programa que patrocina y Canal 5 emite en su pantalla por las mañanas, la fiesta que Tsú Cosméticos ofreció a sus fieles seguidoras rosarinas atrajo poco y nada a los ricos y famosos de la aldea. Y eso que actuó Pacotillo, cantaron Juliana y Andrea de "Operación Triunfo" y se regalaron más electrodomésticos de los que Alberto Lotuff siquiera hubiera imaginado en sus buenos y generosos años de "La noche a pleno". Y eso que en el difícil arte de conseguir premios para concursos televisivos nunca hubo nadie mejor que el Turco. Pero por más que en la gran noche de Tsú en Rosario nadie se fue con las manos vacías las estrellas brillaron por su ausencia. La pregunta del millón es, por supuesto, adónde fueron. Y la respuesta se cae de madura: al Paseo del Siglo. Porque a falta de un cóctel bien vale un happy hour en alguno de los bares paquetes que abren sus puertas sobre la señorial calle Córdoba. Por ahí andaban, sin rumbo fijo, el larguirucho Augusto Saracco, con cara de estoy apurado y charla para matar todo el tiempo del mundo, el siempre listo Lisandro Losada, con la mirada absorta en las curvas de las mellizas de AJ que tarjeteaban frente a la vidriera del exclusivo de Nike y hasta la elegantísima Agustina Pinasco que, lejos de los pasillos del tribunal y sin la carga de los expedientes, lucía ligera y sensual como la blonda Samantha de "Sex and the City". Cómo será que hasta Carlitos González, un galancete con el físico de Johnny Bravo y la suerte de Buster Edwards (¿se acuerdan del robo al tren postal de Londres?), se dio vuelta para mirarla. Todo un éxito. enviar nota por e-mail | | |