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 miércoles, 01 de septiembre de 2004

Las falacias de don Juan

El propagandista del nazismo Joseph Goebbels dijo alguna vez, que una mentira cuando era repetida se transformaba en verdad. Bien sabemos y la historia lo registra con letras de sangre y horror las terribles consecuencias de la llamada "solución final" que derivó en el holocausto. Millones de personas fueron exterminadas sólo por su origen étnico o religioso, por sus creencias o ideología. ¿Quién decidió esas muertes? Un grupo de fanáticos y criminales que supieron persuadir y fanatizar a una sociedad, fragmentada, apabullada por la derrota en la Primera Guerra Mundial, la hiperinflación irrefrenable y la aniquilación de socialistas revolucionarios y anarquistas, entre diciembre de 1918 y enero de 1919, que diezmó las posibilidades de una sociedad democrática en Alemania. En ese contexto de crisis profunda emergieron Adolf Hitler y sus seguidores. En la Argentina que vivió una década narcotizada por la convertibilidad y que despertó con el default, hay quienes asocian capciosamente pobres con delito, como si ignoraran que los que saquearon el país, verdaderos delincuentes, son quienes generaron esta pobreza, primero a sangre y fuego y luego con planes de ajuste que destruyeron el aparato productivo y entregaron el patrimonio público a los banqueros. Aparecieron nuevos referentes sociales con un discurso que hace del dolor su bandera. Sin ningún lugar a dudas la magnitud del dolor por la muerte de un hijo es inconmensurable. No siempre el sufrimiento torna a alguien más solidario y sensible. El resentimiento como idea política puede ser letal. El ingeniero Blumberg lanza calumnias y falacias contra los organismos de defensa de los derechos humanos, los estigmatiza y allí queda en evidencia su "apoliticismo". El ingeniero Juan Carlos Blumberg, a quien una banda criminal le secuestró y asesinó a su hijo Axel, ha propalado una serie de propuestas, que más que propuestas aparecen como imposiciones a una sociedad atónita. No es la cotidiana inseguridad de millones de seres humanos que padecen la desnutrición, la indigencia, el desempleo crónico y la exclusión social, la preocupación de Blumberg. El ingeniero Blumberg dice que ama los "derechos humanos", sin embargo su idilio es repentino; en los años de la desaparición forzada de mujeres, hombres y niños, ¿dónde estaba? No junto a Familiares, APDH, Serpaj, Medh, Ladh. ¿No habrá dicho o pensado "por algo será que se los llevan"? ¿Coincidirá o no Blumberg con Melchor Posse, quien calificó de locas a las Madres de Plaza de Mayo, que denunciaron el horror genocida? ¿Blumberg no recuerda que un abogado del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels) se puso a su servicio? Demasiadas preguntas que el ingeniero no responde. En tanto una multitud de personas que se autodenominan "comunes" y votan por el torturador comisario Patti y por el prebendario Mauricio Macri, contribuye a incubar un huevo de la serpiente que cuando prospere puede sembrar de tragedia la Argentina. Es preciso reflexionar en profundidad y no ceder a la tentación autoritaria.

Carlos Solero

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