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 domingo, 29 de agosto de 2004

La gran fiesta de Atenas para despedir a los Juegos

Presidida por Artemisa, la diosa olímpica de la luna, en toda su plenitud, Atenas celebró de clausura de los Juegos Olímpicos en el estadio de la capital helena, donde se le pasó el testigo a Pekín, próxima anfitriona en 2008.

Miles de personas partiparon activamente en la colorida fiesta de despedida de los Juegos Olímpicos, que comenzó poco después de las 15, hora argentina, cuando una animadora pidió la intervención del público (unos 70.000 aficionados), provisto de pequeñas linternas con luces intermitentes y agitando pañuelos blancos.

Diosa de la naturaleza, de la caza y las cosechas, Artemisa, hija de Zeus y Leto, también protectora de la juventud, recibió en ofrenda un enorme campo de trigo, con 45.000 espigas "plantadas" sobre el terreno del moderno coliseo.

La hermana de Apolo se vistió de gala para la ocasión y se mostró en toda su plenitud, plateada y con reflejos dorados, mientras en el campo centenares de bailarines ejecutaban diferentes danzas tradicionales griegas, cargadas de un gran simbolismo, en lo que fue un verdadero canto a la naturaleza.

Al ritmo de un sirtaki tuvo lugar la "cosecha" del trigo, mientras en un escenario alargado se desarrollaban escenas de la vida cotidiana, lo que dio paso a la entrega de las medallas de la polémica prueba de maratón que clausuró la competición.

El brasileño Vanderlei Lima, medalla de bronce tras ser víctima de un extraño episodio cuando lideraba la carrera y un espectador se le echó encima en plena calzada para cortarle el paso, recibió una ovación tan cerrada como el medallista de oro, el italiano Stefano Baldini.

Tras ejecutarse el himno de Italia, los abanderados de las 202 delegaciones presentes cubrieron el angosto escenario y al son de una traca de fuegos artificiales, el terreno fue invadido por la mayoría de los atletas que participaron en la justa ateniense.

En las dos pantallas gigantes del estadio se recreaban los momentos culminantes de las diferentes competiciones, pero la gente estaba mucho más pendiente del encuentro fraternal entre los deportistas en el campo, al son de una nutrida orquesta de percusión que se desplazaba sobre una tarima rodante.

"Esta noche la llama olímpica cesa de brillar en Atenas pero no se extinguirá en nuestros corazones", dijo la presidenta del Comité Organizador (Athoc), Gianna Angelopoulos-Dakalaki. "La capital griega entrega la llama a Pekín y los juegos de la XXVIII Olimpíada pasan a la historia", tras un breve repaso a modo de balance de los Juegos.

Inmediatamente, al igual que en la ceremonia de apertura, la responsable helena le dio la palabra a Jacques Rogge, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), quien saludó en griego para el delirio de las tribunas.

"­Gracias Atenas. Nos vemos en Pekín dentro de cuatro años", dijo el belga, quien se congratuló por la fiesta olímpica y abogó por el "deporte limpio". Después entregó a la presidente del Athoc un collar con los anillos olímpicos, designándola miembro de honor del COI.

Una vez intercambiados los cumplidos, por megafonía se escucharon los himnos de Grecia y China, cuyos pabellones nacionales se izaron en un extremo del terreno, tras lo que la bandera olímpica fue entregada al alcalde de Pekín, ciudad anfitriona de los Juegos 2008.

Y, en el mismo escenario, mientras se retiraban todos los abanderados, grupos de jóvenes chinos ofrecieron diversos bailes típicos del país asiático, rodeados por una original y colorida coreografía.

La bandera fue arriada y mientras se escuchaba una música melancólica, el pebetero diseñado por el arquitecto español Santiago Calatrava, comenzó lentamente a inclinarse, y después que niños griegos y chinos "recogieron" el fuego simbólicamente, volvio a erguirse hasta que la llama se extinguió por completo.

El espectáculo continuó, música, luces, fuegos artificiales y una suelta de globos vovieron a animar al respetable, pero los Juegos Olímpicos atenienses estaban oficialmente clausurados. Seguramente, la historia los recordará como los Juegos de la seguridad obsesiva y del dopaje sistematizado. (AFP)



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El basquetbolista Yao Ming no se quiso perder el cierre.

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