| domingo, 29 de agosto de 2004 | también es de oro asistencias y 6 rebotes), Scola (25 puntos y 11 rebotes), Montecchia (17, 3 de 5 en triples) y el Chapu Nocioni (7 y 9).
Desde el comienzo Argentina era un equipo sólidoCon la conducción de Juan Sánchez y el goleo de Manu, sacó diferencias (7-2), pero Italia se recuperó porque encontró la eficacia en los lanzamientos triples de Gianmarco Basile y se acercó.
El equipo albiceleste era más y lo ratificó con el gran final del cuarto de Ginóbili, con una diferencia de siete tantos (23-16).
El arranque del segundo tiempo fue espectacular. Argentina se mostraba seguro y confiado, todo lo contrario de los italianos que perdieron el orden y eso fue muy bien aprovechado para que con los inspirados Ginóbili y Scola, se tomara una ventaja de 34-22, a falta de 6 minutos 50 segundos.
No obstante, con Ginóbili y Scola en el banco, Argentina perdió ese juego aceitado y sólido. Sobrevino el lógico bajón. Italia mantuvo el único argumento de toda la noche: los tiros de tres y el revulsivo que le dio el base Rombadloni, quien aportó cinco tantos para colocarse a dos (43-41), al concluir el segundo parcial.
Al inicio del tercer segmento, Italia, con la puntería en los triples (concluyó con un pésimo 11 de 31), logró pasar al frente: 54-51, con un lanzamiento de Bulleri.
Pese a estar debajo, Argentina no perdió la calma, siguió apostando al juego interior y con un Scola inconmensurable, recuperó su nivel y se fue al último descanso por 6 arriba (60-54).
Quedaban diez minutos para la gloria o el infierno. Pero el rendimiento argentino fue perfecto, no tuvo fisuras, con un Montecchia que anotó diez puntos y un triple fundamental cuando se puso a un doble (61-59).
Esa conversión abrió la llave para que el equipo se agigantara. Ginóbili, disminuido por el golpe en su rodilla derecha al final del segundo cuarto, se dedicó a circular el balón. Scola fue tremendo en los tableros y Wolkowyski tuvo su mejor partido peleando con los gigantes italianos.
Argentina terminó a toda orquesta, con una volcada de Luis Scola en la cara de un italiano.
El seleccionado argentino subió a lo más alto del podio, el recuerdo de la amarga noche de Indianápolis 2002 ya quedó atrás. Tuvo su revancha y festeja algo que para muchos era impensado: el título olímpico. (Télam y DyN) enviar nota por e-mail | | |