En acción. El cuerpo de superinspectores cumple hoy un mes

Los agentes de la Guardia Urbana ya son parte de la calle rosarina

La Capital hizo una recorrida con un móvil. Buscan poner orden en la vía pública

Marcelo Castaños / La Capital

-¡Me retan porque circulo hablando por celular y me retan si me paro!

-Es que se paró en doble fila. Estaciónese bien, por favor.

El diálogo tuvo como protagonistas a un automovilista y a un agente de la Guardia Urbana Municipal (GUM), quien consiguió que el hombre se estacionara para hablar por teléfono. Y se repite por cientos, con distintos matices, durante las recorridas de esta nueva dependencia municipal que hoy cumple un mes.

Con más de mil intervenciones (ver página 8), los guardias urbanos buscaron en estos 30 días poner en vereda a automovilistas infractores, sacar volquetes mal instalados, colaborar con otros servicios frente a accidentes e incendios, invitar a los dueños de perros a llevar atadas a sus mascotas y bajar de las veredas a los ciclistas.

La Capital participó de un turno, en el que los guardias mostraron su trabajo cotidiano, y la gente, por lo general, no les puso reparos, más allá de las excusas.


Una ronda vespertina
Miércoles pasado, 19.30. Sebastián Galindo (ex agente de Personal de los Talleres Centrales) y Luciano Basalacqua (ex empleado de Parques y Paseos) salen con la camioneta Ranger del galpón 15 del Parque Nacional a la Bandera, momentánea sede de la GUM. A ellos se les suma Alberto Alegre, ex agente de la Central de Emergencias. Saben que este día y en ese horario la jornada es más tranquila, distinta a lo que suelen ser las madrugadas de los fines de semana. Pero ellos también tienen sus anécdotas.

La recorrida comienza, y mientras actúan, se escucha por el handy el parte del otro móvil de la GUM. Todos reportan a la central, y pueden escuchar lo que informa la gente de su grupo. Las intervenciones en el microcentro son más que nada de tránsito, aunque también actúan ante denuncias puntuales de vecinos.

Alem y San Juan, un volquete de la empresa Angel Manuel Alvarez obstruye la vereda. Los guardias toman los datos y los reportan. La GUM se comunicará con la para advertirle la infracción.

Suena el handy. "¡Esto es urgente! Un señor se escapó del Sanatorio Vieytes, en zona norte. Mide 1,78 metro, tiene 75 años, tez blanca, es delgado, pelado y vestía un pantalón gris". Quienes patrullen zona deberán prestar atención.

Los guardias vuelven sobre algunos episodios en este mes de trabajo. "Me acuerdo de un hombre que estaba mal estacionado y cuando lo disuadí de que se ubicara bien me chapeó con un cargo, no me acuerdo si de diputado o de concejal", cuenta Alegre. Galindo recuerda cuando encontraron en la plaza Pringles a dos chicos de 8 y 10 años en situación de calle a los que una patota les había pegado y robado lo que habían conseguido esa noche. "Les compramos una tarjeta magnética y los acompañamos a tomar el colectivo", cuenta.

Ellos salen a la calle con una misión precisa, depende del lugar a recorrer y el horario. "Nos pueden mandar a la peatonal a realizar un relevamiento de los vendedores ambulantes. Pero no actuamos, informamos. Control Urbano definirá quién está en infracción", explican.

La palabra "disuadir" está en boca de todos ellos. Es que esa es el arma que tienen. El objetivo es que la falta se deje de cometer más que de sancionarla.

Alem 1230. Un Peugeot 504 blanco se estaciona en doble fila. Galindo se baja a "disuadirlo". El hombre dice que está esperando a alguien, pero la excusa no convence al guardia, que lo invita a circular.

Las intervenciones varían con el horario, la zona y la modalidad de patrullaje. "Los que recorren los parques en bicicleta trabajan mucho con quienes llevan a los perros sin correa, o estacionan los autos en espacios verdes. Los que van a pie suelen intervenir con la gente que va en bicicleta por las veredas. Nosotros les hacemos ver que lo que hacen es incorrecto", explican.

No entran en zonas calientes. Allí el recorrido es periférico. Pero Galindo recuerda un caso: "Por la zona de Fuerte Apache (detrás de Tiro Suizo), un hombre se había lastimado y ningún taxista quería ingresar al lugar. Buscamos uno nosotros y le dijimos que le haríamos de apoyo. El chofer lo recogió y lo llevó al Roque Sáenz Peña".

(Continúa en página 9)

Desde la pickup los guardias urbanos inspeccionan la noche rosarina.