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 domingo, 22 de agosto de 2004

Nuevo sistema. El doble voto simultáneo espera el golpe de gracia del Senado
Apogeo y decadencia de la ley de lemas
La norma permitió tanto el acceso de Reutemann a la Gobernación como el del Clon Bermúdez al Concejo rosarino

Carlos Colombo / La Capital

El 9 de noviembre de 1990 por sólo un voto de diferencia la Cámara de Diputados convertía en ley un nuevo sistema electoral de Santa Fe, conocido como ley de lemas o de doble voto simultáneo. Atrás había quedado un controvertido debate y una larga sesión. Incluso fue necesaria la presencia policial para evitar problemas en las barras, aunque algunos uniformados fueron los que terminaron golpeados cuando ingresaron militantes a favor y en contra de la norma. Acusaciones cruzadas de traiciones, bloques rotos, versiones -nunca confirmadas ni denunciadas- de favores a cambio de votos y hasta un diputado enyesado llevado a levantar la mano fueron sólo algunos de los episodios que resaltaban las crónicas periodísticas.

Tres meses antes, el 17 de agosto de 1990, con el voto unánime del justicialismo, el Senado provincial le había dado media sanción al proyecto. A diferencia de lo que ocurriría posteriormente en Diputados, todo el bloque de senadores radicales votó en contra de la norma.


Madrugada encendida
Con la presencia de los cincuenta diputados, la Cámara baja arrancó la sesión en la madrugada del 9 de noviembre y, luego de encendidos discursos, la ley de lemas quedó aprobada por veinticinco votos contra veinticuatro.

El voto del socialista democrático Alejandro Tizón a favor de la norma, contrariando lo resuelto por la junta de su partido y de su bloque de la Unidad Socialista, más la mano alzada de cuatro radicales que respondían a Horacio Usandizaga le permitieron al gobernador Víctor Reviglio contar con un nuevo sistema electoral en el peor momento de su gobierno, jaqueado por las denuncias contra su vicegobernador, Antonio Vanrell, y con la espada de los saqueos del año anterior pendiendo sobre el final de su gestión.

La exigua diferencia a favor de la aprobación de la norma llevó a un grupo de legisladores que se habían opuesto a presentar un oficio en la Justicia aduciendo que no hubo la mitad más uno de votos que -según ellos- correspondía para sancionar la ley.

En un acuerdo extraordinario, tal vez por primera y única vez en su historia, la Suprema Corte de Justicia de la provincia se reunió el 31 de diciembre de 1990 para rechazar por "inadmisible" el planteo de legisladores opositores a la ley de lemas al considerar que "el recurso de ilegitimidad no constituye la vía procedente para impugnar el trámite legislativo" de dicha norma electoral.

El gobierno justicialista venía sumamente golpeado y enfrentaba una interna fratricida dentro de sus líneas internas, por lo que retener el Sillón del Brigadier López en las elecciones a gobernador de septiembre de 1991 era una empresa casi imposible en el marco del anterior sistema electoral.

Por su parte, el radicalismo no podía salir de su eterna interna entre Usandizaga, que venía en franco ascenso, y Luis Changui Cáceres, que había perdido por paliza contra Reviglio en 1987.

Temeroso de que Cáceres le ganara la interna radical apoyado en el aparato partidario, Usandizaga les ordenó a los cuatro diputados que le respondían que levanten la mano por la ley de lemas para evitar dirimir entre los afiliados radicales los candidatos a gobernador.

Todavía Carlos Reutemann era un ex corredor de Fórmula Uno que estaba dedicado a explotar su campo de Llambi Campbell y a hacer footing por el barrio Guadalupe.

El laboratorio de Olivos, encabezado por Carlos Menem, había puesto su mirada en Usandizaga, con quien se había reunido una noche de fin de agosto en la quinta presidencial y el Vasco -que renunció a la Intendencia porque el riojano ganó la Presidencia- salió hablando loas del gobierno nacional.

Es más, Menem le pidió al PJ santafesino que acompañara al Vasco en la fórmula. Esto fue demasiado para los peronistas, que comenzaron a explorar posibilidades con la nueva ley de lemas.

Así apareció Reutemann acompañado por Carlos Chango Funes en Olivos y tuvo el empujón de Menem para que se lanzara a la arena política. Sin más apoyo que algunos pocos, el Lole comenzó a desandar la provincia y terminó -ley de lemas mediante- en el principal sillón de la Casa Gris. Usandizaga, el más votado en 1991, tomaba la primera dosis de su propio veneno.


Del uso al abuso
Pero poco a poco la ley de lemas, que permitió el ingreso de nuevos dirigentes a la política y que terminó con la cooperativa y los acuerdos entre cuatro paredes, se fue tornando un abuso. Sólo hacían falta unas cuantas muñecas y lapiceras para firmar avales para que los sublemas se multiplicasen como los panes en el episodio bíblico.

Ya el festival de boletas en el cuarto oscuro era un exceso, tanto que llegó a haber un candidato por cada cuatro votantes. La oposición pedía la derogación de los lemas porque "es un traje a medida para el PJ", mientras armaban alianzas entre Usandizaga, Hermes Binner, Alberto Natale y René Balestra y sumaban sublemas y confusión ideológica. "Lo que sirve no se toca", decía no hace mucho un alto dirigente justicialista cuando se le preguntaba por la ley electoral.

Demasiada hipocresía en los políticos para tomarse en serio algo que a la gente desde hace mucho le parece una burla.

Pero hubo que soportar más. Un ignoto Bermúdez aprovechó la ley de lemas y a su conocido primo Carlos Bermúdez para colarse en el Concejo Municipal: la gente lo apodó para siempre "el Clon Bermúdez".

Otro maestro a la hora de aprovechar ventajas del sistema fue Mario Vallone. Primero creo el Partido de los Jubilados (PJ) y en el 2001 se apropió del nombre Polo Social y presentó un sublema denominado Ahora Reales Ideas, cuyas siglas eran ARI. Así ganó una banca Sandra Cabrera, bautizada Dolly por los medios. Esta vez los ediles no la dejaron asumir.

Los desaguisados en torno a la polémica ley fueron de tal magnitud (o el abuso que hicieron los políticos de ella) que en la última campaña electoral una de las promesas de los candidatos a gobernador fue su derogación.

Diputados ya le dio la extremaunción a la ley de lemas, pero aún resta saber si el Senado será el sacerdote que oficie la misa de cuerpo presente o -como quiere un sector del justicialismo- la haga resucitar al tercer día de entre los muertos.

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