| domingo, 22 de agosto de 2004 | Identidad. Muchos chicos fueron bautizados con el apellido Expósito o De Paul Rescatan II (Viene de página 6)
Pero luego las mismas damas y monjas cobijaron a los niños en el actual edificio de Laprida al 2100. Allí se instaló una piedra giratoria conocida como torno (se sacó finalmente en 1905) donde se solían dejar por las noches a los niños con la carta entre las ropas, "verdaderos dramas escritos a mano", remarca la historiadora Gabriela Dalla Corta.
"Una madre sirviente muy joven. Ella no tiene marido, sin madre y sin padre ó si lo tiene ella no lo conoce. Esta pobre infeliz ruega á ustedes de bautizarla con el nombre de Rondinella, para reconocerla, si a Dios le gusto algún día y abrazarla. Saluda atentamente á ustedes, la sin apellido, Ramona", dice textual una carta de 1899. Y del mismo año está la que dice, "Non ti abbandono figlio mio. Ti cerchero. Ti lo prometo. Addio ("No te abandono hijo mío, te buscaré, te lo prometo. Adiós").
A veces las cartas se daban a escribir a alguien letrado. Prueba de ello es la tarjeta que reza "Felicita Cimadora. Partera aprobada. San Juan 869. Rosario". Allí, en su reverso se lee: "Nació a las 7.30 del 23 de marzo, contraseña percal azul".
Hay muchísimos documentos más. En algunos se aclaraba "esta niña no está cristiana", y en ese caso, asegura Dalla Corta, "no se perdía tiempo y se les mojaba rápido la frente por miedo a que el bebé falleciera en pecado". En otros casos se advertía: "...este bebé no se reclamará", lo que inmediatamente habilitaba a dar al niño en adopción plena.
La señal epistolar muchas veces fue acompañada por objetos variadísimos. "Aquí le dejo esta nenita tendrán la ambilidá (sic) de ponerle María Antonia porque posiblemente venga buscarla. Lo que falta del Santo lo tengo yo". La nota está fechada el 4 de mayo de 1889 y refiere a una estampita de San José, cuidadosamente cortada por la mitad a modo de rompecabezas. "Son verdaderos códigos medievales, los contratos en esa época se aseguraban a través de un corte puntual y original del documento, y en este caso son una garantía de la identidad del niño", explica Dalla Corte.
Y un dato curioso más. Las damas siempre mantuvieron los nombres que traían los niños o con el que se pedía se los llamara. Pero cuando no se especificaba cuál era su apellido llevaban el del nombre del gobernador de turno. Más tarde se decidió que se llamaran Expósito. "De allí el origen de este apellido -aclara Dalla Corta-; pero más tarde, por considerarse esto como un estigma se los bautizó a todos como De Paul, por el patrón del hospicio, San Vicente de Paul de Francia. Estos son sólo algunos datos de todo lo que nos dicen estas fuentes sobre nuestro pasado y nuestra identidad". enviar nota por e-mail | | Fotos | | Media medalla y una carta manuscrita son las señales de un bebé de nombre Teresa. | | |