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 domingo, 22 de agosto de 2004

En "Alquitos" saben que la clave son los adultos

"A veces son los padres los que no quieren reconocer que sus hijos son obesos, y lo asumen cuando el chico ya tiene un sobrepeso muy importante". María de Tomás (Marité para los suyos) coordina desde hace 13 años grupos de "Alquitos", el programa infantil de la Asociación de Lucha contra la Obesidad (Alco). Allí los chicos llegan por lo general en la preadolescencia, y lo hacen "hasta con 20 kilos de sobrepeso". Para ella, la clave son los padres. "Hay que cambiar la cultura y la cabeza de los grandes", asegura.

Marité está convencida de que los pibes son constantes para seguir un programa, y que si no lo siguen no es culpa de ellos. "Un chico no se cocina solo, come lo que le preparan, y es ahí donde empieza la falla", advierte esta coordinadora, que no se cansa de insistir a los padres que "el secreto es la comida sana. Las dietas no sirven, la verdadera dieta es comer bien, no chatarra".

El programa funciona a través del juego. Con dibujos y otras técnicas el chico va contando qué come, cuándo lo hace, cómo desayuna ("algunos no desayunan nunca", lamenta Marité). Recortan revistas, pegan dibujos, y así van aprendiendo que deben comer "seis veces al día" (el programa de Alco contempla seis ingestas diarias), y que deben acostumbrarse a ingerir verduras y frutas. "Hay nenes que no conocen las verduras, o no saben nombrar otras que no sean la lechuga y el tomate. ¿Calabaza? ¿brócoli? ¿zanahoria? ¿qué es eso?", ironiza la mujer, que suele entregar a los chicos figuritas con verduras "que ni escucharon nombrar jamás".


Las meriendas en la escuela
A la hora de reconocer constantes entre los padres, se detiene en las meriendas que los hijos llevan a la escuela, o lo que consumen cuando salen de ella. "Van con alfajores, galletitas dulces, sándwiches, y cuando salen les compran churros", cuestiona.

Sin embargo, propone un término medio entre la demanda de los hijos y una alimentación equilibrada. "El chico pide galletitas, el cuerpo se las pide, pero es una, dos o tres, no un paquete. ¿Con qué necesidad un Fantoche grande? ¡Hay chicos que tienen diabetes desde los 13 años!" se alarma, antes de revelar que "desde los tres años ya se les pueden comprar lácteos descremados. Si hay tendencia a la obesidad, ¿qué necesidad hay de leche o yogur enteros?"

Si bien pueden ir desde bien chicos, los pibes llegan a Alquitos en la preadolescencia, cuando no toleran las cargadas y la discriminación de los compañeros, o por imposibilidad de hacer deportes como el resto. El resultado depende de la constancia de los padres, que tienen que acompañarlos y aprender también del programa.

Y para alejar fantasmas, la coordinadora (que espera poder volver a formar un grupo de alquitos en San Juan 1226) insiste con que se puede bajar de peso comiendo de todo: "No están prohibidos ni un alfajor, ni una porción de pizza, ni un pedazo de torta; pero aislado y moderado. Esas comidas tienen que ser la excepción, no la constante. La cuestión es estar bien alimentado", remata.

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