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 sábado, 12 de junio de 2004

Barrio Las Delicias
Un cartero trucho con una falsa encomienda, llaves de un atraco
Con un socio maniató al dueño de casa, lo amenazó y robó más de 3 mil pesos

"Pancho, fui asaltado". Ricardo Amorossi, de 66 años, saluda con esa frase a un vecino de la cuadra sorprendido por la llegada de efectivos de la Brigada de Investigaciones a la prolija casita del pasaje Melián 5956, en pleno barrio Las Delicias. Dos hombres, uno vestido como cartero de una empresa privada de correos y con el ardid de entregarle un paquete, lo asaltaron ayer a media mañana y se alzaron con más de 3 mil pesos efectivo más una videograbadora. Todo culminó en 20 minutos y los asaltantes, a pesar de prodigarle un trato correcto, se retiraron después de atarle pies y manos y anunciarle: "No hagás la denuncia porque en la comisaría tenemos a dos que te van a hacer boleta".

Amorossi vive en ese barrio del sur rosarino hace más de 30 años. En los últimos días se quedó solo porque su compañera fue internada en una clínica de la zona. Ahora a punto de jubilarse como empleado gastronómico, relató las peripecias que afrontó con tranquilidad e incluso exhibió la falsa encomienda con la que los hampones lo sorprendieron: un paquete mediano forrado en papel madera y envuelto con cinta adhesiva. También contó a La Capital que es hipertenso, que tiene problemas cardíacos y que llegó a suplicar a quienes lo encañonaban por su frágil salud. "Les dije que debía tomar una pastilla para el corazón. Y me la dieron nomás", rememoró.

La odisea de este vecino comenzó cerca de las 9.30. Amorossi se preparaba para salir a hacer los mandados de rutina cuando a través de una ventana vio a un muchacho de unos 30 años, rubio, muy bien entrazado con un uniforme de la empresa postal Oca y zapatillas nuevas. El presunto cartero llegó tirando a pie una moto y con un bolso colgado de los hombros. Antes de que el dueño de casa saliera al exterior, el recién llegado se paró delante de la puerta de la finca.

"¿Melián 5956?", le preguntaron a Amorossi, quien no sospechó nada y abrió la puerta. "Sí, es aquí. ¿Qué desea?", respondió con cortesía el hombre. "Traigo este paquete de Telecom, pero me tiene que firmar y mostrarme las últimas facturas pagas del servicio", anunció el falso mensajero. El dueño de casa vaciló un poco. Sucede que las cuestiones de impuestos y servicios las manejaba hasta hace poco su mujer. Así que le pidió al joven empleado que lo aguardara mientras buscaba los comprobantes.

No hubo nada que esperar. Cuando Amorissi se dio vuelta, el impostor desenfundó un arma de puño, se la puso en la cabeza y le advirtió: "Ahora caminá y quedate tranquilo, no hagás nada, vamos para adentro". Cuando víctima y victimario quedaron solos en el comedor, Amorossi fue anoticiado del verdadero motivo de la visita. "Dame las 60 lucas que tenés guardadas".

"¿Cómo que tengo esa plata? Le dije que ni loco tenía ese dinero, que se había equivocado, que tengo a mi mujer internada y que me estoy por jubilar, pero no me creyó", sostuvo. La secuencia del atraco continuó con la aparición en escena de otro maleante. Vestía pullover y gorra de lana, con los que se tapó la cara de modo que sólo se le vieran los ojos.

La acción se trasladó luego a la habitación. El dueño fue arrojado al piso y le ataron manos y pies con cinta adhesiva. "Les pedí que no me pusieran nada en la boca, porque me iba a cortar la respiración", sostuvo. Los hampones comenzaron a revolver el ropero y todos los muebles que tuvieron a su alcance. En un momento lo volvieron a amenazar: "Si llega a aparecer tu hijo por acá, les rompemos la cabeza a los dos". Es que un hijo de Amorossi tiene su casa pegada a la suya y la posibilidad de que alguien escuchara lo que pasaba con él era muy probable.

Maniatado, Amorossi escuchó por enésima vez "dónde está la plata" y siempre respondió lo mismo: "No tengo nada y menos ese dinero". Pero el dúo siguió con lo suyo y así llegó hasta un estuche de perfume, donde la pareja guardaba unos ahorros. Ricardo no tenía la cifra exacta, pero habló de más de 3 mil pesos. Luego, los ladrones se tentaron con una videograbadora y también se la cargaron con el control remoto incluido. Después, le ajustaron las ataduras y le advirtieron: "Ahora quedate quieto y no hagás la denuncia porque en la comisaría tenemos a dos que te van a boletear".

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Los ladrones le dejaron tomar una pastilla para el corazón.

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