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 miércoles, 02 de junio de 2004

Las intrigas empañan al nuevo Ejecutivo

Bagdad.- Muchos iraquíes, como el gran ayatolá Alí al Sistani, así como el enviado especial de la ONU a Irak, Lakhdar Brahimi, habrían deseado que la elección del presidente y del gobierno de transición al menos se hubiese realizado por una vía semidemocrática. Se llegó a hablar de un proceso electoral regional y de un gobierno de expertos que en un principio nada tenía que hacer excepto asumir formalmente el poder de los estadounidenses a fines de junio y preparar las elecciones previstas para enero de 2005. Pero finalmente no hubo nada de eso.

Lo que ayer se movió entre bastidores se asemeja a una mezcla de tragedia griega y bazar árabe. Adnan Pachachi, el candidato a la presidencia interina favorito para muchos iraquíes que elogian su independencia, renunció pocos minutos antes de su previsto nombramiento en favor de jeque tribal sunita Ghazi Yanar, de un perfil político más bajo. Pachachi, de 81 años, argumentó para su renuncia unas poco esclarecedoras "razones personales".

Sin embargo, lo que queda claro es que el Consejo de Gobierno ha puesto fuera de combate al experto diplomático Pachachi. Todavía se desconoce qué tipo de presión se ejerció para conducirlo a renunciar, ya que anteriormente Pachachi había dicho que la mayoría de los iraquíes lo querían a él como presidente interino.

Críticos de los partidos en el gobierno especularon con que adversarios políticos consiguieron dejar fuera de la liza a los candidatos menos queridos de manera injusta, posiblemente incluso con amenazas de muerte.

El detonante de esas presunciones fue la abrupta retirada del candidato propuesto por Brahimi para el cargo de jefe de gobierno, el científico Hussein al Shahristani. "Al Shahristani habría sido bueno, porque no es ni un hombre del servicio secreto estadounidense ni pertenece a ningún partido", dijo Abdulaziz al Yasiri, quien se reúne en Bagdad una vez por semana con representantes de 32 partidos pequeños que no están representados en el gobierno.

Tras más de 30 años con Saddam Hussein en el poder, los iraquíes no conocen otra cosa que un presidente todopoderoso con un gobierno marioneta. De ahí que para ellos sea completamente incomprensible que durante el tiempo de transición no sea Yawar quien vaya a tomar las decisiones más importantes, sino el primer ministro shiíta Iyad Allawi, que también está apoyado por el Consejo de Gobierno, que ya se ha disuelto. Esta es la razón por la que el jeque tan sólo pronunciase un par de palabras de agradecimiento al secretario general de la ONU, Kofi Annan, durante la rueda de prensa tras su nombramiento y pasase enseguida el micrófono a Allawi.

Brahimi, que estaba junto a ambos, esconde el enojo de los últimos días, pero quien se fije podrá descubrir una contrariada comisura de los labios que refleja que éste no es precisamente el momento más brillante de la carrera del "súper diplomático árabe", como un diario jordano lo calificó recientemente.

Pero habrá que esperar a después del 30 de junio, cuando los estadounidenses formalmente cedan el poder a la nueva cúpula de gobierno para saber quién tiene realmente el mando en Bagdad. El jeque Ghasi siempre se ha pronunciado a favor de una rápida retirada de las tropas estadounidenses y el nuevo primer ministro considera que uno de sus principales objetivos es procurar seguridad, pero hasta la fecha nadie parece capaz de parar los ataques diarios en los que desde hace tiempo mueren más iraquíes que soldados de las fuerzas de ocupación. (DPA)

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