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 domingo, 30 de mayo de 2004

Hace una semana un grupo de jugadores atacó a un joven en un boliche
Los rugbiers cargan con el estigma de ser generadores de hechos de violencia
En los últimos años varios casos de peleas graves fueron protagonizados por gente de este deporte

Pablo R. Procopio / La Capital

¿Los rugbiers son violentos? Y, en todo caso, ¿exteriorizan esa característica en otros ámbitos? ¿Tienen actitudes más agresivas que otras personas o son capaces de actuar corporativamente para enfrentar a aquel que no pertenezca a ese mundo? Desde hace algunos años se vienen sucediendo en la ciudad diferentes episodios de violencia que tienen como protagonistas a jugadores del llamado deporte de la ovalada, incluso con resultados dramáticos. Pese a que se produjeron en distintas circunstancias, el alcohol y la noche son factores que se repiten. En el imaginario colectivo este deporte aparece como agresivo, alimentado por la fuerza física y la resistencia de los jugadores producto de un riguroso entrenamiento. El ataque a un joven de 21 años hace una semana volvió a poner el tema sobre el tapete.

Según la opinión del presidente del Colegio de Psicólogos de Rosario, Juan Marchetti, la relación entre la violencia y el rugby "depende de la estructura psicológica de cada persona" que participe en los hechos en cuestión y los grupos a los que pertenezca. En rigor, estos ámbitos de pertenencia "pueden ser inductores de violencia". Para el profesional, el juego (en términos de deportes) nació como un símbolo de relaciones de competencia, para "poder confrontar bajo reglas". Pero, "cuando esas reglas no se respetan, se puede llegar a límites insospechados", dijo Marchetti.

Nicolás Bossicovich es el actual entrenador del plantel superior de rugby del club Gimnasia y Esgrima de Rosario (GER) y está convencido de que ese deporte no genera violencia y tampoco es violento, aunque reconoció que la sociedad lo estigmatiza en ese sentido.

"Absolutamente no. Si sacás una estadística de las peleas entre los jóvenes, te vas a dar cuenta que los que participan no necesariamente juegan al rugby", dijo. Para él, "a la vista de la gente es un deporte violento, pero nada que ver".

Según explicó, en el rugby hay "mucho contacto físico, pero hay que cuidarse siempre de no caer en la violencia; este juego equilibra el temperamento para no ser agresivo". Según el también ex Puma, se trata de no generalizar: "Hay droga en el fútbol, pero no todos los jugadores son drogadictos", enfatizó.

"Creo que es el mejor deporte, somos amateurs y tenemos una cantidad de amistades que no se dan en otros juegos", añadió sobre esta actividad que requiere mucha preparación física y fuerza. Un motivo que, quizás, haga diferentes a los hombres que la practican.

"Te reconozco que los jugadores están más entrenados para enfrentar hechos conflictivos; a lo mejor el que hace fútbol no está acostumbrado a los golpes. Por eso un rugbier no tiene miedo ante una posible pelea", descerrajó.

Desde la psicología, en tanto, Marchetti entendió que en el rugby "hay una escenificación de los violento que no es habitual en otros ambientes". Pero consideró que "es indebido decir que la violencia es propia" de esta práctica deportiva.

La Capital consultó la opinión de referentes de otros deportes grupales, quienes coincidieron en señalar que "es sugestivo que sólo se conozcan las peleas de los pibes del rugby", aunque descontaron que "seguramente también hay otras en las que intervienen jugadores de pin-pon y waterpolo", ironizaron.

Gustavo Tenembaum es técnico del primer equipo de básquet del Club Atlético Provincial. "No sé si responsabilizar directamente a los rugbiers como iniciadores de las riñas; a lo mejor los trabajos de musculación que hacen y su buen entrenamiento físico les da confianza en situaciones agresivas", reflexionó. No obstante, puso en duda si se trata de circunstancias "causales o casuales".

Si bien no son los únicos, desde hace algunos años ciertos rugbiers se sumaron al elenco de los protagonistas de desmanes. El caso más reciente es el que tuvo como víctima a un joven periodista deportivo de 21 años. Durante la madrugada del domingo último y en el boliche Gap de La Fluvial, Mariano Faurlin fue empujado al piso por un grupo de jugadores de rugby, donde además recibió puñetes y patadas.

Los detractores de esta actividad no dudan en señalar que sus participantes suelen abroquelarse y hasta olvidar las rivalidades propias de pertenecer a distintos clubes, a la hora de pelearse con quienes no son parte de ese ambiente. Y da la sensación de que nadie quiere intervenir en estos hechos.

"Uno de los patovicas me dijo que me fuera porque me iban a matar", sostuvo Faurlin quien radicó una denuncia en Tribunales.

Varios chicos que suelen salir a bailar y a "tomar algo" a los bares de la noche rosarina coincidieron en advertir que "los pibes del rugby son violentos y le pegan a cualquiera". Otros se animaron a contar que los han visto "salir en grupo a buscar piñas a toda costa".

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