| domingo, 09 de mayo de 2004 | Fábricas en marcha. Escasean los torneros, matriceros, soldadores, mecánicos y oficiales albañiles Las empresas tienen dificultad para conseguir mano de obra calificada Las causas están en los 90, década de parate productivo y desmantelamiento de la educación técnica Laura Vilche y Carla Rizzotto / La Capital Mario tiene 50 años y es matricero. Gran parte de los 90 estuvo desocupado. Ahora trabaja en una fábrica de Rosario, gana 1.300 pesos por mes y su oficio es uno de los más solicitados en el mercado.
Desde principio de 2003 y al compás de la reactivación productiva, historias como la de Mario ya no son singulares. Es que hasta la década pasada los clasificados de los diarios estaban superpoblados de cursos para aprender marketing, turismo o convertirse en chef. Pero hoy el panorama es otro. Se buscan -y con dificultad se encuentran- calificados torneros, soldadores, mecánicos, matriceros y oficiales albañiles. Estos son sólo algunos de los oficios que se han cotizado al ritmo del crecimiento paulatino de los sectores industriales. Al analizar el fenómeno, economistas, empresarios, trabajadores y educadores que dialogaron con La Capital no sólo coinciden en que la falta de personal especializado se debe a que las fábricas estuvieron dormidas por diez años, sino también al desmantelamiento del sistema de formación técnico profesional.
El abogado laboralista Jorge Elías lanzó un interrogante al tratar de explicar por qué escasean hoy los trabajadores bien preparados en los viejos oficios fabriles. "¿Quién iba a estudiar ingeniería o se iba a capacitar en tornería en un país donde prácticamente, en los últimos diez años, no había más industrias?".
Elías aseguró que en la década anterior el país vivió inmerso en "la cultura de la promotora con minifalda de la AFJP" y se olvidó "del tipo que se arremangaba el overol y soldaba una pieza".
De hecho, la postergación que vivió la industria en la mayoría de sus sectores durante la década del 90 provocó que los operarios calificados empezaran a buscar otro medio de supervivencia, como manejar un taxi o un remís, comprar un quiosco o montar su propio taller.
Pero esto no es todo: a ese bajo nivel de actividad productiva se sumó el descuido a la educación técnica-profesional. Y si bien muchos empresarios se quejan de que los egresados de las escuelas técnicas no cuentan con una óptima capacitación como en otras décadas, solicitan las listas de alumnos de los establecimientos, los contratan y forman.
En sus 30 años de historia, la empresa constructora Milicic SA nunca vivió una situación como la actual. "Siempre hubo alguna que otra falencia puntual, pero no una necesidad de personal generalizada en la mayoría de los sectores", manifestó el director de la firma, Federico Lufft.
En el rubro de la construcción escasean los operadores de equipos viales (grúas, excavadoras, topadoras), pero la mayor dificultad es -según señaló Lufft- encontrar los mecánicos que reparen y realicen el mantenimiento de esas unidades pesadas. Ante la falta de estos operarios, Milicic SA incorporó semanas atrás a tres jóvenes recién recibidos para perfeccionarlos.
Actualmente es difícil encontrar a una industria química, metalúrgica y constructora de Rosario y su zona que no esté buscando personal especializado en determinadas tareas. Es que el mercado quedó "huérfano" de gente con oficio, se lamentó Eduardo Fernández, gerente de operaciones de planta de la empresa metalmecánica Semet SA.
"Ponemos un aviso en el diario buscando un empleado con determinado perfil, se presentan 30 y ninguno junta aunque sea el 50 por ciento de los requisitos pedidos", reveló Fernández, quien agregó que "en los últimos seis meses peregrinó por la firma mucha gente que no estaba capacitada o tenía deficiencias para determinadas tareas".
En un intento por saldar esta brecha, la Asociación de Industriales Metalúrgicos de Rosario creó un organismo que detecta las demandas laborales del sector (los más requeridos son soldadores, matriceros y torneros) y brinda capacitación. Para describir esta escasez de personal especializado, el secretario general de la asociación, Omar Berrocal, contó que meses atrás se brindó un curso de soldadura en la localidad de Armstrong. "Estábamos entregando los títulos a los que se capacitaron y algunos empresarios ya preguntaban en la puerta a quién podían contratar", recordó.
El tiempo y la dedicación que requiere hoy por hoy encontrar el personal indicado hace que muchas industrias deleguen esta tarea en distintas empresas de recursos humanos. Tal es así que las firmas Manpower, Sesa Select y el Servicio de Empleo que tienen en forma conjunta la Amia y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) no dudaron en admitir que "en ciertos oficios y tecnicaturas existe más demanda de trabajo que gente en condiciones de poder llevarlo adelante".
Obreros cotizados La oferta de mano de obra calificada por debajo de la demanda está originando que los obreros especializados se coticen mejor. Son puestos muy apetecibles para el mercado, tanto para la competencia como para la propia empresa que necesita retenerlos. "Para que un matricero no se vaya de la industria a los 60 días hay que pagarle como mínimo 1.200 pesos", precisó Fernández, de Semet SA.
Así, otro fenómeno que se da por estos días en el ámbito de la producción es el del robo de personal. Algo frecuente cuando escasea la mano de obra. Y según dijo el gerente de planta de la industria Dow Química Argentina, Horacio de la Torre, "para atraer a un instrumentista con experiencia (alguien que repara y mantiene los equipos de la planta) hay que desembolsar no menos de 1.400 pesos".
Y un aspecto más para tener en cuenta en este impulso fabril. Mientras que en los 90 muchos operarios con experiencia y más de 40 años de edad quedaron prácticamente excluidos del sistema, "ahora los más viejos son los más solicitados", dijo el gerente de Dow Química Argentina.
En la industria textil pasa algo similar. Según Mario Franco, uno de los dueños de Eufi SA, es "muy difícil encontrar un sastre o una oficial costurera joven".
Dos trabajadores más coinciden con esta lectura. Son Marcelo Abalos, de 41 años y jefe de taller de Milicic SA; y Oscar Ciardelli, de 48 años y técnico mecánico de la misma empresa. Para ellos, el problema es que ahora en las escuelas "los chicos tienen más teoría, y este trabajo se aprende trabajando".
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