| sábado, 08 de mayo de 2004 | Funcionaban en un lugar en "condiciones insalubres" La escuela de comunidad toba Cacique Taygoyé logró el sueño del techo propio Hoy integra el Complejo Educativo Rosita Ziperovich. Los hijos de la educadora donaron el edificio Fabiana Monti / La Capital Los alumnos pueden correr por los pasillos y resbalarse en los mosaicos recién colocados. Se observan las caras de alegría y con simpleza señalan que "este lugar es más lindo". Hay aulas para cada año y no tienen que comer en los bancos porque ahora hay un comedor que cumple con las necesidades higiénicas básicas. Esta es la nueva realidad de la escuela de la comunidad toba Nº1344 Cacique Taygoyé, hoy emplazada en el Complejo Educativo Rosita Ziperovich. Los descendientes de la educadora se sensibilizaron con las condiciones paupérrimas en que estos chicos asistían a la escuela y en un año, después de más de cinco de trámites con idas y vueltas, se pudo concretar el sueño de la escuela propia.
El 8 de marzo de 2004 para la comunidad educativa de la Escuela Taygoyé no fue un comienzo de clases como todos los demás. En un simbólico viaje, dejaron atrás un espacio con piso de tierra, instalaciones en pésimo estado, y cuatro aulas donde se amontonaban para aprender, para trasladarse a un espacio que sí puede llamarse escuela.
Este edificio es resultado de un largo proceso que comenzó cuando la Municipalidad de Rosario, en 1992, decidió el traslado de la comunidad toba. En ese momento quienes se decidieron quedar en el barrio, se quedaban sin establecimiento educativo. De allí su nombre como anexo.
Sin sede propia En 1993, después de dar clases en casas, debajo de los árboles y en lugares prestados, lograron su autonomía como Escuela Taygoyé y funcionaron hasta el año pasado en un pequeño espacio ubicado en Juan José Paso y los Andes en "condiciones insalubres", según resaltó la directora Liliana del Pino.
Este traslado, según lo indica la directora, fue posible gracias a la compra del terreno por parte de la provincia, la generosa donación de Saúl Ziperovich y Sonia Berjman -hijos de la reconocida educadora rosarina-, el esfuerzo de los docentes y también de la ahora vicegobernadora María Eugenia Bielsa "que siendo tan sólo una funcionaria en construcciones escolares, se sensibilizó con nuestra problemática y fue un apoyo importante" (ver aparte).
Readaptaciones Si bien por cuestiones culturales la mudanza implicó readaptarse a nuevas aulas, tiempos y espacios, los docentes rescatan el sentido de pertenencia que les dio la nueva edificación y hasta la continuidad en la asistencia a clase.
"El cambio fue notorio" manifestó Liliana Ojeda, vicedirectora del establecimiento. "Se hizo un trabajo de acercamiento con los padres de los chicos y les están dando otro lugar a la escuela", agregó.
Y la alegría la manifiestan tímidamente Silvana y Flavia, ambas alumnas de 8º año, que valoran la comodidad de tener un espacio propio.
En la actualidad, este proyecto bilingüe e intercultural cuenta con una matrícula de más de 350 alumnos y contempla los niveles inicial hasta el tercer ciclo de la EGB. La idea es seguir creciendo, por eso el nombre de complejo educativo.
No obstante, la vicedirectora señaló que a pesar del nuevo edificio, faltan elementos para el trabajo cotidiano. "Por ejemplo, se nos rompió la fotocopiadora, y nosotros trabajamos mucho con copias porque carecemos de libros". El profesor de tecnología también indicó que todas las herramientas, máquinas simples o elementos como maderas, hierros o plásticos, son bienvenidos para poder avanzar en esa área. enviar nota por e-mail | | Fotos | | Ser reconocidos en un espacio más digno se refleja en las caras de los chicos. | | |