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 sábado, 08 de mayo de 2004

La historia de la Escuela Serena contada por chicos de 7º año

La Escuela Nº 69 Doctor Gabriel Carrasco prepara el cumpleaños de Leticia. Lo hace de muchas maneras. Una es con actividades abiertas a la comunidad y otra con clases y trabajos especiales en los que los alumnos son protagonistas. Entre ellos, el grupo que cursa el 7º año de la EGB en el turno tarde se metió de lleno a investigar por qué esta maestra y su hermana Olga son tan recordadas. La sorpresa fue enorme. A tal punto que ahora reclaman a su maestra algunas de las conquistas de los alumnos de las hermanas Cossettini.

"Leímos parte de la historia de la Escuela Serena, conocimos su experiencia educativa, miramos fotos de cómo era el barrio por ese entonces y luego los invité a repetir algo de las prácticas de las Cossettini", resume Ileana López, la maestra del 7º año.

Claro que esto demandó tiempo, sobre todo para que sus alumnos pudieran entender que compartirían una forma de trabajo vivida hace más de 50 años, en el mismo lugar aunque ya bastante cambiado, donde el campo ya no se ve tan cerca y la vida urbana atraviesa lo cotidiano. También que la experiencia de las Cossettini, por ese entonces, era algo sumamente innovador.

Luego de indagar en la historia educativa, Ileana los llevó al trabajo específico de su materia: lengua. Les leyó una descripción tomada de un texto escolar de la década del 40 y los invitó a recrearla con sus propias palabras. Y le agregó música a sus clases.

Al principio -recuerda Ileana- todo fue sorpresa y hubo un poco de risas nerviosas. Sin embargo, los chicos -que no pasan los 12 años- se tomaron todo muy seriamente. A tal punto fue así que ahora cuentan, describen, analizan la historia de las experiencias de Leticia y Olga y hasta exigen cambios para sus futuras clases.

Sentados en ronda, cada uno con su texto en mano, empiezan a recordar qué llamó su atención de la educación que en esa misma escuela recibían otros chicos, entre 1935 y 1950. El primero en pedir la palabra es Axel: "Me encantó saber que los alumnos también eran maestros, que acompañaban las clases y podían ayudar a la señorita a enseñar".

La práctica compartida era una de las claves de las Cossettini. Pero más lo eran el respeto y confianza que tenían en los chicos. Los consideraban seres inteligentes. No es casual que, por ejemplo, Olga Cossettini, cuando era directora de la Carrasco, haya interrogado en voz alta en cierta oportunidad: "¿Se enseña el lenguaje? No. Se ayuda a crearlo".

Los comentarios sobre lo llamativo de las clases de la escuela siguieron: "Compartían los materiales de estudio, los traían directamente de la naturaleza" (Ariel); "No había porteros, todos limpiaban y cuidaban la escuela" (Joel); "Los sábados estaba abierta la escuela" (Lucas), "Leticia creó un Coro de Pájaros", eligió para recordar Virginia, en referencia al coro de niños que imitaba el sonido de los pájaros que en ese entonces eran comunes en el barrio de Alberdi.


Más comentarios
Florencia es una de las más inquietas del grupo. No se pierde detalle de los comentarios de sus compañeros y siempre tiene algo para agregar. No es casual que a ella le haya sorprendido que en las clases de Leticia "se aprendía de todo, desde agricultura hasta pintura".

Danisa, Rocío y Danilo coinciden en señalar como algo novedoso los tiempos en que transcurrían las clases: "En los recreos se pasaba música y las clases duraban el tiempo de trabajo de los chicos. Ellos decidían cuándo descansar. No era como ahora que uno ya sabe cuándo viene el recreo".

Son muchos los que rescatan la diversidad de clases sociales que convivían en la Escuela de la Señorita Olga. "Las clases eran para todos por igual", dicen los chicos casi ignorando que esa frase es ahora motivo de grandes discusiones pedagógicas en nombre de la calidad educativa.

Pero también había otros temas que convocan la atención de los chicos de séptimo. Anahí y Facundo valoran que, mientras por esos años las escuelas mixtas todavía eran motivo de fuertes discusiones, Olga y Leticia "integraran en sus clases a las chicas y chicos por igual. Lo hacían -comentan- porque aseguraban que los preparaban para la vida, y en la vida estamos todos juntos, hombres y mujeres". Además, "hacían trabajos de integración entre niños y niñas. Por ejemplo -añaden-, los chicos fabricaban un teatro de títeres y las chicas lo decoraban".

Hay más. Lucas explica con precisión que la violencia no tenía lugar en las clases de Leticia: "Les enseñaba que había dos tipos de violencia: la simbólica, cuando se avergüenza a alguien, y la física, cuando se le pega. Y en esos días era común pegarle a los alumnos. Pero en esta escuela eso no ocurría".

Los relatos son ininterrumpidos. Cada uno tiene algo para aportar. Rocío se detiene en otro rasgo distintivo de la Escuela Serena: "Nada se repetía. Ellas enseñaban a pensar y permitían que sus alumnos opinaran".

Los chicos tienen reservadas sus conclusiones. Valoran que ahora puedan opinar y conversar con su maestra, pero quieren "una escuela con libertad, menos atada a un programa, donde se escuche música, que dar clases tenga valor y se enseñe lo que nos gusta".

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