No le tiren a Bielsa

El DT se debate entre sus ideas y la feroz campaña

Miguel Pisano / La Capital

Ahí anda el pobre Bielsa desde que desempolvó definitivamente su saludable fe menottista de los 70, entre sus buenas intenciones y sus caprichos para armar el mejor equipo posible y la titánica guerra que le declararon unos cuantos pesos pesado de los principales multimedios nacionales.

¿Querían un equipo ultraofensivo? Ahí lo tienen. ¿Querían a Aimar, Delgado y D'Alessandro? Miren. ¿Querían a Riquelme y Tevez juntos? Se los mando. Chico grande si los hay, Bielsa dio el martes toda la impresión de pegar un portazo futbolístico y mandar a la cancha el equipo que la mayoría de los hinchas tanto le reclama, aunque también haya tomado sus recaudos.

"Más ofensivo no se puede ser", confiaba el Tata Martino, uno de sus más racionales apologistas, luego de la inexplicable debacle japonesa de un equipo que jugaba bien por afuera y no se cansaba de tirar centros al área pero sólo tenía a Batistuta o a Crespo para cabecearlos.

Sin embargo, esta vez Bielsa puso un equipo más ofensivo todavía, con una línea de tres defensores y el resto del conjunto formado por tres volantes ofensivos, un enganche y tres delanteros. Empero, la ecuación de poner un equipo casi exclusivamente integrado por jugadores de buen pie y notables condiciones no se tradujo en una formación que jugara bien, como ocurrió en el primer tiempo.

En realidad, si bien es cierto que el fútbol es un juego de ataque, como bien definía Julio César Pasquatto (Juvenal), también lo es de defensa, o al menos que después de atacar también hay que saber defender, por eso Bielsa hizo lo correcto cuando mandó a Burdisso a la cancha por el Chelito Delgado, dado que iba ganando y el Bolillo Gómez metió a Agustín Delgado, otro delantero.

En realidad, más allá de la generosa campaña desplegada por los principales formadores de opinión de los medios nacionales, Bielsa también hace méritos para darles letra, aunque parece imprescindible diferenciar las justas críticas que merece el entrenador por sus terquedades, sus tics y sus berrinches, que se hallan a un océano de distancia de algunos opinadores que van a la cancha con el comentario escrito y luego sólo lo completan con los nombres.

En la primera columna hay como para escribir un libro. Cavallero parece el primer arquero mudo de la selección, Clemente Rodríguez la rompe en Boca por la izquierda y Bielsa lo pone por la derecha, Lucho González debutó en la selección de cinco, después de un año descubrió que Delgado y Figueroa se cansaron de hacer goles juntos... Y siguen las firmas. Pero de ahí a pegarle impúnemente para tumbarlo hay un campo.

En realidad, Bielsa tuvo impensadamente la segunda oportunidad que el propio Grondona les negó al Flaco Menotti en el 82, al Coco Basile en el 94 y a Daniel Passarella en el 98, quizá por su aversión a Bianchi en la selección, pero ni siquiera este argumento de peso justifica la caza de brujas desatada contra el entrenador de la selección.

Y quizá el propio Bielsa tenga razón en que sólo podrán salvarlo los buenos resultados. Como confió su hermano Rafael, el canciller, la semana pasada en un almuerzo con Mirtha Legrand cuando reveló la aversión de Bielsa por la prensa, con un argumento tan discutible desde la comunicación como cierto desde lo futbolístico: "Si me va bien, no habrá periodista que me pueda hacer mal. Y si me va mal, no habrá periodista que me pueda hacer bien".

El técnico de la selección está en el centro de las críticas de algunos formares de opinión que lo alababan en el ciclo anterior.