Rugby: Rosario perdió y no peleará por el título

El seleccionado mayor de Rosario no pudo desatarse de la presión que generaba el partido y, sin atenuantes, perdió con Cuyo 41 a 32 en la tercera fecha del campeonato Argentino. No hay excusas. Regaló un tiempo y lo pagó caro, dejando pasar una buena oportunidad de poder pelear por ese título que se niega sistemáticamente desde 1965.

Los mendocinos se presentaban como un equipo complicado, pero ayer dentro de la cancha ratificaron que son cosa seria. Mostraron un conjunto muy equilibrado entre forwards y tres cuartos, con muchas variantes y con hombres adecuados al juego que intentan plasmar Crivelli y Bertranou.

A partir del juego que generó el trío Barni-Carrasco-Bustos, octavo, medioscrum y apertura respectivamente, Mendoza comenzó a hacerse fuerte. De arranque colocó a Rosario contra su propio ingoal y comenzó a asediarlo, a ahogarlo, a desgastarlo.

Con la pelota en su poder y con un dominio total del campo de juego, Cuyo atacó por todos lados desarticulando la defensa rosarina que muy poco pudo hacer.

Cuando se dio la inversa, Cuyo ya sabía qué era lo que iba a hacer Rosario (usar el pie) y lo esperó. Con kicks al fondo, Rosario intentó sacarse presión pero lo único que logró fue poner nuevamente la pelota en manos de su rival.

Mendoza tuvo un juego más compacto y sus ataques fueron más incisivos. Además, a la hora de jugar la pelota fue más inteligente. Cuando todos apostaban al trabajo del pack, los backs se encargaban de definir y estirar las diferencias. Julián Saa, la figura de ayer, resultó imparable, tanto como Higgs y Bär.

Rosario mostró ayer su costado más oscuro. Fallas en la marca, en el tackle y en la toma de decisiones. Muchos errores (forzados y de los otros) mostraban un equipo que nunca encontró su norte. Si a eso se le suma una llamativa falta de respuestas y muchos nervios (como pocas veces lo penaron por inconductas), la goleada mendocina era una fija, sin embargo...

En el complemento, Rosario mostró una actitud distinta. Los cambios le dieron oxígeno y, herido en su amor propio, fue a buscar lo imposible. Y estuvo cerca. Mendoza, en la vereda de enfrente, reguló y con mucho oficio comenzó a embarrar la cancha (sobre todo en los rucks), bajo la batuta del experimentado Federico Méndez.

Cuando pareció que la visita sentía el trajín de los primeros cuarenta minutos y que Rosario se podía llevar la victoria (se había puesto 32-34), apretó el acelerador y volvió a herir. Saa apoyó el sexto try mendocino y fue la estocada letal. Después de eso no hubo más tiempo para nada. Mendoza se alzó con el triunfo con total justicia. Aunque alambrando.

Los rosarinos estuvieron muy lejos de mostrar su verdadero potencial.