| sábado, 13 de marzo de 2004 | Matanza en Madrid. La ecuatoriana fue la comunidad latina más golpeada La angustia de los familiares en la morgue Claudia Rahola Madrid. - "Dios mío, Dios mío, no puede ser, me voy a enterrar en mi país", grita desesperada una mujer latinoamericana que sale corriendo del tanatorio (morgue) improvisado en el recinto ferial Juan Carlos I de Madrid, arropada por voluntarios de la Cruz Roja y perseguida por algunos fotógrafos.
Escenas tan desgarradoras como ésta se repitieron a lo largo de toda la mañana de ayer. Los equipos forenses habían conseguido identificar al mediodía 117 cadáveres, entre los cuales había ocho ciudadanos latinoamericanos, según el presidente del gobierno saliente José María Aznar.
El goteo de familiares y amigos de las víctimas en la morgue improvisada, la mayoría gente humilde, inmigrantes y trabajadores, fue incesante. Algunos de los que iban llegando conocían ya la terrible noticia de la pérdida de un ser querido, otros seguían buscando desconsoladamente a sus parientes, como el ecuatoriano José Flores.
La cuñada de su hermano, Liliana Acero, de 26 años y afincada desde hace uno y medio en España, subió a uno de los "trenes de la muerte" el jueves por la mañana en El Pozo para ir a la casa en la que trabajaba como empleada doméstica en el centro de Madrid.
Desde entonces la familia ha recorrido todos los hospitales. "Pero no la hemos encontrado todavía. No sabemos nada. No sabemos si está aquí o no", explica José Flores, quien abandonó el pabellón 10 de la improvisada morgue para ir a buscar una foto de la joven que pueda facilitarles a las autoridades la tarea de identificación .
Tampoco Wilson, otro ecuatoriano, tiene noticias de su sobrino, José Luis Tenesaca, un estudiante de 16 años. "La familia está muy mal. Todos estamos muy mal. Hemos ido a todos los hospitales, nadie nos dice nada", explica el joven, visiblemente conmovido.
En general, los familiares entran bastante enteros, pero muchos salen destrozados, como una joven que iba llorando aferrada a su teléfono móvil y a la que tenían que sostener porque no se aguantaba de pie. "En un primer momento había mucha incredulidad, ahora llega el momento del abatimiento", explica Estrella Rodríguez, directora de intervención social de la Cruz Roja. "Quieren acabar este proceso para iniciar el duelo", explica.
Decenas de psicólogos, voluntarios de la Cruz Roja y de otras organizaciones trabajan sin descanso en las salas habilitadas para los familiares durante el largo proceso de identificación de los cadáveres.
Más de 50 cuerpos sin identificar "Es un trabajo complejo y pensamos que quedan por identificar unos cincuenta y pico de cadáveres", agrega Estrella Rodríguez, quien precisó que la tarea de los voluntarios es "acompañar a los familiares para que no se sientan solos y tengan información durante las horas de espera".
Entre los cadáveres identificados hay tres víctimas peruanas, "nuestra cuota de sangre y de dolor", como lo definió el embajador de Perú en España, Fernando Olivera, durante una rápida visita al tanatorio.
Los voluntarios describen la situación en el interior, cuyo acceso está prohibido a la prensa, como "desgarradora y desoladora. Es que es muy fuerte, está todo el mundo fatal, llorando, chillando", en palabras de Noemí Arnaldo, una trabajadora social de 21 años.
"Lo más duro no es el dolor, sino el silencio, es un silencio desgarrador, que se puede cortar casi con cuchillo", explica el sacerdote Jesús Chavarría, uno de los religiosos de diferentes confesiones que intentan reconfortar a los familiares de las víctimas y "vacunarles contra el odio".(AFP) enviar nota por e-mail | | Fotos | | Personal médico debió consolar a los familiares. | | |