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 sábado, 13 de marzo de 2004

En Lomas de Alberdi abonan 2.800 pesos por mes a la Guardia de Infantería
Un barrio paga un plus a la policía para que le garantice la seguridad
Por ese dinero, dos efectivos recorren a diario la zona con un patrullero. Los vecinos defienden el servicio

Pablo R. Procopio / La Capital

"No existen antecedentes en Rosario ni en la provincia", cuentan a La Capital los vecinos del barrio Jardín Lomas de Alberdi. Y sin dudarlo, bancan un servicio adicional de la mismísima policía provincial para obtener más seguridad. Saben que el Estado debería velar por ellos sólo por ser meros contribuyentes, pero defienden su decisión de buscar alternativas para "cuidar" a sus familias y a sus bienes. "Tenemos que hacerlo, es nuestra obligación", sostienen con convicción al justificar un modo diferente de huir del delito que, evidentemente, no toda la sociedad puede afrontar.

La idea surgió ante la necesidad de cubrir estos resquicios que dejaron los gobiernos. Y en ese barrio no había dudas. Está situado entre las vías del ex ferrocarril Mitre, Circunvalación y Huerta Grande. El vecindario se ubica al lado de la villa La Cerámica, aunque al borde de la vía también existe "una franja difícil", graficó el presidente de la vecinal, Benito Fiocchi.

La inquietud surgió a la par del aumento del delito y porque la zona está en las afueras de Rosario. Sin embargo, el emprendimiento no es nuevo. Hace más de 12 años se instaló vigilancia privada, "muy rudimentaria con guardias en bicicleta. Esto dio un resultado relativo; no podían llevar armas, tampoco hacer detenciones ni requisas, por lo que se terminaba llamado a la policía", recordó Fiocchi. Por eso, desde hace seis años se pensó en contratar directamente el servicio policial. Primero con el Comando Radioeléctrico por casi dos años y luego con el Cuerpo Guardia de Infantería (CGI).

-¿Que los efectivos porten armas es un elemento importante para ustedes?

-Nos parece mejor y hace más a la prevención. El delincuente evita meterse en el barrio al saber que está la policía. Es una cuestión más disuasiva que represiva.

Los policías recorren diariamente el barrio: unas 28 manzanas donde viven 550 familias. El pago por los servicios adicionales está perfectamente aceitado con la Unidad Regional II.

Es la vecinal la que administra el dinero que abona la gente, unos 12 pesos mensuales. Así, logran reunir cerca de 2.800 porque, obviamente, no todo el mundo aceptó pagar.

Dos agentes recorren el barrio diariamente en una pick up policial durante seis horas a la tarde y cuatro por la noche. El horario fue solicitado por los vecinos y se cumple con las lógicas modificaciones que tienden a desconcertar a los delincuentes. "La idea es que no se sepa cuándo la policía no está", agregó.

El sistema funciona sobre rieles. Un empleado de la vecinal hace las cobranzas, que se depositan en una cuenta especial del Nuevo Banco de Santa Fe.

En Lomas de Alberdi están persuadidos de que los ilícitos se redujeron con este servicio. "Sólo quedan pequeños robos en la calle", indicó Fiocchi.

La situación dista de lo que solía ocurrir. "Los ladrones habían empezado a meterse en las casas; un día entraron tres tipos drogados al domicilio de una chica que vive sola, fue terrible pero pudo saltar por la ventana y escaparse", contó Jorge Galuppo. "Sentir la inseguridad en plena noche no es nada agradable", añadió Silvia de Campos.

-¿Confían en la policía?

-Confiamos en el servicio que tenemos. Somos conscientes de que colaboramos en la reinserción de la institución policial y en la nueva relación con el vecino.

Es que quienes cumplen con estos adicionales han logrado mantener un buen feedback con el barrio. Conocen pelos y señales de quienes habitan el lugar y los chicos les tienen confianza. "Esta relación es necesaria porque las antinomias no conducen a nada bueno", insistió Fiocchi.

-Convengamos en que no habría que pagar aparte para tener que contar con el control policial. Ustedes son contribuyentes que abonan sus impuestos.

-Ahí está la principal dicotomía ideológica de la cosa. Somos conscientes de que el gobierno provincial es el responsable de brindar salud, educación y seguridad, pero asumimos la realidad y, ante las dificultades que teníamos, hubo que tomar esta medida. Si tuviera un familiar enfermo a quien el Estado no le brindara medicamentos, no dudaría en evitar dejarlo morir; solucionaría el problema de otro modo y después seguiría reclamando.

El barrio está habitado por cientos de chicos. En una cuadra puede llegar a haber entre 40 y 50. Es un ámbito joven (nació hace unos 30 años), de clase media, pintoresco y con chalets. No obstante, carece de ciertas cuestiones de infraestructura indispensables. No hay cloacas y el servicio de transporte es deficiente, aunque para Mabel Monterubianesi se lograron otros avances: "Nuestros hijos juegan tranquilos, descansamos sin problemas, respiramos libremente, vivimos..."

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Los policías conocen con "pelos y señales" el barrio.

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