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 domingo, 04 de enero de 2004

Vecinos de Formosa 400 bis, en Ludueña, divididos frente a un homicidio
La mujer embarazada que mató a un joven y su pareja seguirán detenidos
No está claro que haya sido defensa legítima ante un asalto. Investigan si hubo drogas de por medio

Ariel Etcheverry / La Capital

Los investigadores del incidente en que una mujer embarazada de ocho meses mató de un escopetazo a un joven en su quiosco, el viernes a la noche en una calle de barrio Ludueña, no descartaban ayer ninguna hipótesis, incluso la que tiene a la venta de drogas como desencadenante. El juez de la causa, Juan José Pazos, inspeccionó ayer a mediodía el lugar del hecho y dispuso que Mirta Anahí Moreyra, quien efectuó el disparo mortal, continúe detenida a pesar de su argumento de que actuó en defensa de su pareja, Marcelo Lescano. Lo mismo resolvió con Lescano, ya que tiene algunas dudas sobre el rol que tuvo el hombre en el momento en que ocurrió todo.

Lo que no está claro es si el joven que murió -que tiene antecedentes por robo a mano armada- en esta ocasión había ido a robar o a otra cosa al humilde comercio de la calle Formosa al 400 bis.

¿Qué puede ser esa otra cosa? Un policía del barrio se lo graficó a La Capital en una jerga sumamente informal: "Me contó un pajarito (eufemismo por informante barrial) que ahí se vendía droga: que estos cuatro tenían el dato de que estaban esperando una mercadería y que lo fueron a asaltar por eso, porque suponían que en el quiosco iba a haber guita en efectivo o droga".

Fue, al fin de cuentas, una situación violenta y desgraciada entre gente pobre. El homicidio se produjo alrededor de las 20.30, en Formosa a pocos metros de Gorriti. Lescano y Moreyra se mudaron allí a principios de diciembre pasado. Nueve meses antes la pareja había sufrido una horrible tragedia: un incendio destruyó la casa en la que vivían, en Granadero Baigorria, y dos hijos que quedaron atrapados fallecieron en el fuego (ver aparte). Cuando llegaron a Ludueña alquilaron la casa de Formosa al 400 bis. Se trata de un modesto inmueble de material, que tiene un patio delantero.

Según fuentes policiales, cuando se desencadenó el episodio Lescano barría el patio. En eso aparecieron tres o cuatro hombres armados que, según contó Moreyra, quisieron asaltarlo. La escena fue presenciada por uno de los hijos de la pareja. El nene habría visto cuando su padre estaba inmovilizado y era apuntado con revólveres. Y por eso corrió a avisarle a su mamá. La mujer, que estaba adentro de la casa, tomó una escopeta calibre 16, salió al exterior y abrió fuego. La perdigonada alcanzó de lleno a Martín Cuenca, quien murió en el acto frente a la puerta de ingreso a la casa.

Pero también hubo respuesta del bando contrario. La policía constató que un proyectil calibre 9 milímetros pegó en la fachada de la vivienda. Los supuestos cómplices de Cuenca, quien vivía a pocas cuadras de allí y tenía varios antecedentes penales por robo a mano armada, huyeron y ayer eran intensamente buscados. En lugar donde cayó fusilado Cuenca quedó una espesa mancha de sangre, como signo elocuente de lo ocurrido.

El crimen desató la ira de un grupo de vecinos que a coro insultaron a Moreyra tildándola de "traficante de drogas". Algunos incluso pusieron en tela de juicio la versión del asalto y dijeron que se trató de un asesinato a sangre fría. Otros contrastaban eso largando su agobio por la inseguridad. "Bien hecho, ese pibe era un choro, se lo merecía", decía un vecino a 15 horas del suceso. Lo cierto es que, tras confesar ante la policía lo que había hecho, los investigadores se llevaron detenido también a Lescano porque no estaba claro que hubiera sido apenas la víctima de un asalto.

Para la policía, el marido de Moreyra es un conocido en el mundo del hampa, que pasó varios años a la sombra en las cárceles de Coronda y Villa Devoto. En su prontuario figuran una condena en 1997 por robo a mano armada y tres causas por encubrimiento en la Justicia Federal entre 1983 y 1996, en las cuales no se especifica el delito. En cuanto a Mirta, hasta el viernes a la noche nunca estuvo involucrada en casos policiales y estaba considerada como una "mujer tranquila".

"Lescano es un tipo pesado, de los que no toleran que se metan con él. En su momento era peligroso", comentó a La Capital un alto oficial de Jefatura que asegura conocerlo hace mucho tiempo. "Actualmente parecía retirado, había dejado de robar. Estaba medio muerto de hambre, se la rebuscaba juntando basura. Parece difícil que pueda estar en la droga, pero nunca se sabe...", agregó en tono informal el policía.

El juez Pazos prefirió no hablar en virtud del secreto sumarial. Pero otras fuentes señalaron que al magistrado le parecía atendible la narración de Mirta Moreyra que habla de la defensa de su marido frente a un asalto. El juez dispuso que Moreyra sea sometida a controles médicos por su estado de gravidez. Ayer a la tarde la vio un forense y tras el examen iba a ser derivada a la cárcel de mujeres. Lescano, en tanto, continuaba alojado en la seccional 12ª a la espera de que el magistrado definiera su situación.

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El juez Pazos y la fiscal Rivoira, ayer al mediodía frente al lugar donde murió Cuenca.

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