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 domingo, 04 de enero de 2004

Vladimir: el balneario del Banquito que marca las tendencias de la temporada
Ellas no se despegan por nada del tradicional cola-less. Y ellos mueren por mostrar sus marcados músculos

Carla Rizzotto / La Capital

No es que no se hayan interiorizado de las últimas tendencias del verano. Es que, al igual que el municipio, las rosarinas quieren tener su propia marca registrada. Por eso, a la hora de ir a la playa, poco y nada se ve la trikini (compuesta por tres piezas: culote, mini bombacha y corpiño) que muestran las revistas de moda; sólo una se animó a lucir el traje de baño más in del 2004. Eso sí, nunca se cansan del tradicional cola-less: el parador Vladimir, uno de los tres del Banquito, es una fiel muestra de que cuando encuentran la oportunidad a ellas les fascina mostrar sus dotes. Tal vez ellos son los que más se amoldan al look de esta temporada: llevan maxibermudas (hasta las rodillas) y musculosas, y posan a la orilla del río para dejar ver sus músculos trabajados.

Desde que inauguró en diciembre del 97, el balneario Vladimir empezó a concentrar a los jóvenes que buscan algo más que tomar sol. Unas 2 mil personas cruzaron ayer desde La Fluvial a este balneario, que tiene 500 por 300 metros de playa. Si bien las lanchas zarpan todos los días (de lunes a viernes, desde las 10; y sábados, domingos y feriados, a partir de las 9.30), el dueño del parador, Hugo Della Gáspera, confesó que ayer fue el día "de más visitantes en lo poco que va de la temporada".

Los jóvenes matan por conseguir una parcela en el sector más top de Vladimir, que está lo más alejado del muelle posible. Es que en esa zona se mezclan aquellos que llegan en la lancha de pasajeros con los que cruzan en embarcaciones particulares: ya sean veleros, kayacs o jet sky. Los más grandes, en cambio, prefieren quedarse pegados al embarcadero, donde pueden desplegar mejor sus bártulos: sombrillas, heladeritas, reposeras y hasta mesas para almorzar al aire libre.
El infaltable
No hay caso. Más allá de lo que impongan las revistas más top, las rosarinas no logran despegarse del cola-less. Por algunas playas de la costa atlántica o Punta del Este ya desfilaron las microbikini, el topless y ahora el trikini, pero en Rosario nada de esto pudo destronar al, para ellos, "infartante" cola-less.

"¿Alguien vio en otro lado que no sean las fotos de revistas tantas chicas en microbikini o trikini?", preguntó Valeria (27) a sus amigas. "Son producciones totalmente armadas", respondió inmediatamente la misma joven. Por eso, ella se conforma con lucir su bikini pequeña, que —según dice— "sólo deja ver lo justo y necesario".

El que ayer estaba exaltado por lo que veían sus ojos era Juan Cruz (23): "Te juro que nunca estuve frente a tantas colas lindas juntas. No sé que pasó este verano, pero parece que se animaron todas", le contó a La Capital casi agradeciéndole a Dios por lo que estaba viviendo.

Tal vez para ir a la playa ellas no usen remeras red, vinchas de los años 70 o ropa interior de animal print (diseños que imitan el pelaje de felinos), tal como lo marca el último grito de la moda. Pero tampoco se permiten estar totalmente out: usan bikinis de colores fuertes, con lunares y se calzan las ya infaltables ojotas de plástico estilo brasuca.

Ellos sí, se mataron en el gimnasio, y vaya si tienen ganas de mostrarlo. "Al final, nos dicen a nosotras y se arreglan como si fueran minas para venir al Banquito", se quejó María Laura (30). Es que la mayoría de los que posaban ayer a orillas del río pertenecían al sexo masculino, y en nada se diferenciaban de los modelos que posan para las revistas del momento.

Ya cuando el calor no agobia tanto, los cuerpos se preparan para hacer gimnasia en la arena. Los que no se animan, miran, y algunos hasta aprovechan la música para hacer sociales o robar algún teléfono. "El encare de día delata un poco más, pero la excusa de haberse olvidado el mate es buena a la hora de empezar una conversación", confesó Roberto (34).

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Los balnearios de las islas vuelven a ser una atracción.

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