| sábado, 03 de enero de 2004 | Charlas en el Café del Bajo -¡Hola, don Hipólito. Qué extraño que Candi no haya llegado!
-Y no creo que venga, Inocencio. Ha llegado al café un mail para usted que firma precisamente él.
-¿No me diga? Permítame que lo lea: "Lo que puede la tecnología, Inocencio. Usted está allí, en la selva de cemento, y yo en medio de las sierras centrales, escribiéndole este mail que llegará en unos segundos con sólo oprimir un botón. Déjeme que le cuente, a fuer de que usted me envidie un poco: la tarde cae por detrás del cerro que tengo frente a mis ojos. El sosiego acaricia mi mente, el silencio impera y sólo imperceptiblemente se alcanzan a escuchar los últimos gorjeos de las aves que le dicen adiós al día. Las últimas luces impregnan el contraste entre el cielo rojizo y la vegetación tupida. ¡Qué crepúsculo, amigo mío! Sin ninguna duda, aquí uno está más cerca de Dios, a quien nosotros, Inocencio, no podemos dejar de agradecer todas las cosas que al final del camino nos tenía preparadas. Es cierto que hay días malos donde el fuego abrasa, pero sabemos que el movimiento de la vida es pendular. ¿Me entiende, no es cierto? Sin embargo, amigo mío, no puedo dejar de pensar en tantos compatriotas que están mal, angustiados, sin esperanzas y casi resignados a la melancolía".
-¡Ah Candi, Candi, cuanta razón tiene! Seguiré leyendo: "So pena de recibir las críticas de muchos lectores, debo decir que abrigo la certeza de que la revista Noticias tiene razón cuando dice que hay una ficción pintada por el gobierno de la Nación, y de la que se hacen eco muchos medios y otros tantos comunicadores sociales, visión ésta que no tiene nada que ver con la realidad. Esa realidad, Inocencio, que angustia a tantos compatriotas. Ciertamente la desocupación no merma en sus niveles y la pobreza sigue siendo una cruda verdad. Anteanoche en un programa informativo se corrió el velo y aparecieron cifras ciertas: más del 50 por ciento de los argentinos vive en la pobreza, cerca del 22 por ciento en la indigencia y la desocupación está en el tope de casi el 22 por ciento. Pero qué ocurre: como el gobierno toma en cuenta los planes Jefes y Jefas de Hogar (un programa que según parece ha venido para quedarse y que, como todos sabemos, contempla la entrega de una mensualidad que ciertamente no alcanza para alimentar a una familia), la cifra de desocupación desciende a alrededor del 16 o 17 por ciento, lo que igualmente es una barbaridad. Este es el panorama para un vasto sector de la sociedad argentina: desocupación, miseria, mendicidad y, además, delincuencia. Una delincuencia que tiene a mal traer a casi todos los argentinos, porque no hay pueblo que se salve".
-Eso es muy cierto. Pero sigo leyendo: "Fíjese lo que me ha contado una señora aquí en las sierras. Para Navidad una camioneta 4x4 se subió a una de las plazas de La Falda, bajaron unos tíos con una amoladora en mano conectada a una batería, se llevaron el busto del general San Martín que estos señores imaginaban macizo y de bronce. Bien, cuando advirtieron que era de cemento y que sólo estaba enchapado lo abandonaron. Sin embargo, no tuvo la misma suerte una imagen de San Antonio totalmente de bronce y que esta mujer, una profesora, calcula que había sido traída en la época del Virreynato. No caben dudas de que algún coleccionista argentino o extranjero santificó su colección. Para que seguir hablando de lo que aquí se cuenta".
-Cómo en todas partes, claro. "De todos modos uno apenas pisa suelo cordobés advierte que la policía está bien equipada. Por todas partes camionetas de última generación perteneciente al Comando de Acción Preventiva (CAP) patrullan la ciudad y las sierras. A bordo de los modernos vehículos van cuatro uniformados. Ciertamente no fue una buena idea eso de poner cuatro agentes en cada móvil. La sagacidad y el humor cordobés bautizó a cada unidad del CAP «Cuatro al pƒ», porque siempre llegan tarde. Claro, en Santa Fe ni siquiera tienen combustible y tal vez por eso casi nunca llegan. Bueno, mañana le voy a contar como están los precios por aquí. Le adelanto que no están nada baratos. Un poco por la devaluación y otro poco por el abuso. ¡Como siempre! Algunos argentinos son incorregibles. ¿Se acuerda cuando la infraestructura turística se quejaba porque los argentinos viajaban al exterior? ¿Y ahora se ocupan de cuidar el mercado interno? Me parece que no".
Candi II
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