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 sábado, 03 de enero de 2004

Espacios de lectura abiertos a otros aprendizajes
Además de libros, ahora las bibliotecas populares ofrecen talleres de verano
Computación, idioma o expresión corporal, algunas de las propuestas para enero. La oferta es variada y para todas las edades

Fabiana Monti / La Capital

Además de ser sitios de lectura abiertos a la comunidad, las bibliotecas populares se han convertido en espacios culturales, de recreación y aprendizaje. En Rosario, funcionan 27 bibliotecas con estas características, que en el verano abren sus puertas para ofrecer -además de los libros- talleres de escritura, teatro y música, por citar algunas de las variadas propuestas.

Si bien es cierto que en enero la afluencia de los estudiantes en estas bibliotecas va mermando, los lectores más frecuentes continúan asistiendo y aparecen los socios que durante otras épocas del año no tienen tiempo para la lectura. Por eso, durante los meses de receso escolar, las bibliotecas siguen abiertas y ofrecen talleres de verano para quienes gusten seguir con la capacitación.

Las propuestas son variadas en temas y horarios para participar (ver aparte). Así, por ejemplo, la Biblioteca Juan. B. Cabral, que funciona en el Club Policial, tiene sus puertas abiertas para los que aprovechan el verano para aprender un idioma. En este caso, la oferta pasa por el inglés, italiano o el francés. En este sitio, también hay lugar para interiorizarse sobre el diseño de muebles o bien participar de otra propuesta más expresiva como lo es el teatro para niños, jóvenes y adultos; o de talleres literarios.

Los amantes del ajedrez, que quieran ejercitar esta práctica o aprenderla, tienen un lugar en la Biblioteca Popular Juan Bautista Alberdi. También la Popular Homero -conocido espacio de barrio Arroyito- se sumó al dictado del ajedrez.

A su vez, en la zona sur de Rosario, la Biblioteca Popular Ambiental y Ecológica dispone de un centro tecnológico donde enseñan computación a jóvenes y adultos.

Para quienes quieren participar de un taller literario la opción pasa por las Biblioteca Popular Centro Cultural Rosario y la Infantil Mitre, que por otra parte ofrece espacios para la música y también el ajedrez.

No todo está pensado para chicos y jóvenes. Los abuelos de la tercera edad también tienen un lugar para realizar yoga, pintura y teatro en la Biblioteca Alvaro F. Estrada, que funciona en el Centro Asturiano. Por otra parte, es la Biblioteca Popular Cachilo la que ofrece teatro para niños y adultos además de expresión corporal.


En crecimiento
Las bibliotecas populares fueron creadas en 1870, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento. La idea cada vez más difundida de sumar a los libros, talleres expresivos y espacios de aprendizajes no es casual, responde justamente al mismo espíritu que originó su fundación y que promovía "que estuvieran abiertas al pueblo".

Apenas fundadas, y luego de una serie de modificaciones a nivel legislativo, recibieron financiamiento oficial, aunque esto no les impidió estar ajenas a los avatares económicos y políticos de cada época, que hizo que en muchos casos dependieran exclusivamente del aporte solidario de los socios y del personal que trabaja en ellas.

Más allá de los vaivenes de la economía, en Rosario, el número de estas instituciones ha crecido: hace seis años había veinte, hoy suman veintisiete. Si bien se ubican en distintos barrios de la ciudad, la mayoría se concentra en la zona norte.

En cada año lectivo, se vuelven verdaderos espacios de consultas y estudio para alumnos y docentes. "Durante el año el público usuario lo conforman alumnos de la primaria y secundaria. Asisten para hacer su tarea, sobre todo porque conocen que estamos muy actualizados por el recorte de revistas y diarios", indicó Juan José Mocciaro, presidente de la Asociación de Bibliotecas Populares de Rosario.

Al respecto señaló que dado que las currículas se han modificado y ahora miran más hacia temas actuales, se trabaja mucho sobre la temática del barrio, por ejemplo. "Antes se conocía qué pasaba en Europa y no se sabía que a la vuelta había una vecinal", comentó Juan José Mocciaro al respecto.

"Durante el año programamos actividades de incentivación a la lectura, como una obra de teatro, para que el chico tome cariño por los libros. O bien, por ejemplo, en el 2003 se trabajó con la Sociedad de Pediatría, donde se llevaban libros de cuento a las salas de espera", contó el presidente de esta asociación.

De todas maneras, los alumnos y docentes no son los únicos usuarios de estas bibliotecas. Hay muchas personas que se acercan tan sólo por el placer de leer. Es más, en tiempos de crisis como los que vivió el país en los últimos años más personas se acercaron a estos espacios.

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En la Popular Homero, el ajedrez invita a jugar a chicos y grandes.

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