| sábado, 20 de diciembre de 2003 | La ignorancia es una plaga Desde hace años las organizaciones ecologistas han señalado los múltiples riesgos para el ecosistema, población, flora y fauna colindante con el río Paraná que significa la hidrovía. Sin embargo, y como decía el poeta, las verdades del pueblo suenan como campanas de palo; luego las consecuencias de las tragedias posibles de ser prevenidas afectan principalmente a los más pobres. Tiempo atrás un alto funcionario, en pleno delirio megalómano, se jactaba de la posibilidad de tránsito ininterrumpido de flota fluvial durante las 24 horas de los 365 días del año. No hizo reparos en lo que hace al régimen de bajantes y crecientes, etcétera. Como se sabe, la ignorancia es una de las más letales plagas que sufre la sociedad, y si ésta tiene como portadores a personas con nivel de decisión en asuntos públicos, entonces comprendemos que sin dudas muchos desastres tienen origen determinable y por lo tanto responsables. La desaparición de las playas en las islas entrerrianas que se hallan frente a Rosario es el primer indicio. En el sistema económico, social y político vigente parecen importar más los dividendos que el respeto por la vida. Y si alguien lo duda observe los primeros pasos del nuevo gobernador: designó en la Secretaría de Medio Ambiente a un tecnócrata de una de las empresas más contaminantes de la región, cuyos residuos atacan la salud pública. Y a cargo de la Unidad Regional II a quien incriminó por "resistencia a la autoridad", a Claudio Pocho Lepratti, un hombre digno abatido por el plomo policial. Fue una de las víctimas de diciembre de 2001. No debemos olvidar que la dignidad, la libertad y la justicia jamás caerán de las alturas sino que serán posibles por la construcción colectiva de ciudadanos conscientes de sus derechos.
Carlos A. Solero, miembro
de la APDH-Rosario
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