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 miércoles, 17 de diciembre de 2003

El mensaje del dolor

María Laura Favarel / La Capital

"Vengo a decirles que la enfermedad es buena". Con esta frase comenzó la charla en Rosario el doctor Raúl Facal, presidente de la Federación Médica Homeopática Argentina, que considera las afecciones como una oportunidad para el crecimiento y para ampliar el conocimiento personal. Su pensamiento rompe los esquemas tradicionales que buscan tapar los síntomas sin "comprender" la enfermedad y su origen, cuestiones a las que sí apunta la homeopatía.

Facal es graduado en la Universidad Nacional de Rosario, psicólogo clínico, filósofo y teólogo. "La afección no es azarosa ni consecuencia del destino, sino que es un lenguaje que -si se sabe aprovechar- puede llegar a revertir su aspecto negativo y transformarse en algo bueno y útil", afirma.

Toda enfermedad reclama un cambio. Cada persona tendrá la tarea de descubrir cuál es. "El propio cuerpo y el órgano o miembro afectado remite a la función esencial que manifiesta y sólo ella detenta el secreto de ese sufrimiento. Suelo decirles a mis pacientes que se pregunten por qué se enfermaron de esta manera y en ese momento", afirma.

El profesional sostiene que la enfermedad tiene un sentido y el objetivo es desentrañarlo. Lo ideal es prevenir. Para ello habrá que comprender los mecanismos internos.


Sinceridad y cambio
La transformación comienza con el esfuerzo por ser sincero con uno mismo. Reconocer cuáles son los propios defectos para poder trabajarlos. "Si me creo una excelente persona, difícilmente podré cambiar. Es necesario reconocer lo bueno y lo malo para hacerlo consciente", señaló. Este proceso implica integridad y una actitud moral, cierta rectitud y valores que defender. La meditación, la vida espiritual, una psicoterapia bien orientada, o un proceso de introspección son caminos que llevan al propio conocimiento.

"Es importante estar abierto a la búsqueda, porque si no vivimos como ciegos, sin pensar y culpando siempre a factores externos de lo que nos pasa. Tenemos el compromiso de ser y desarrollarnos, y en ese proceso, necesariamente implicamos a los demás", dijo Facal.


Emociones y consecuencias
"El hombre es la unión sustancial de cuerpo, alma y espíritu y esto es inseparable. La parte más pequeña del cuerpo lleva la totalidad", definió el médico. De este modo, las emociones pueden manifestarse a través de alteraciones orgánicas y cuando son desmedidas, enferman. Cada una de ellas, según su naturaleza, producen alguna patología, como hipertensión, enfermedades autoinmunes, alergias y cuadros neurológicos. Desde hace cinco mil años los chinos ya decían que la tristeza es la que abre el camino a la infección, generalmente de las vías respiratorias.

Las consecuencias físicas aparecen cuando las emociones son crónicas e intensas y no se pudieron manifestar.

Tanto la tristeza como la bronca son emociones que al bloquearlas enferman. Lo mismo sucede cuando la alegría es excesiva, ya que puede desencadenar afecciones cardíacas. Tienen más probabilidades de desarrollar tumores malignos aquellos que expresan menos sus sentimientos. Frente a todo ello, Facal propone la espontaneidad.

"Vivimos condicionados por el qué dirán o por temor a sentirnos rechazados, entonces las emociones implosionan dentro nuestro y generan una enfermedad. El ideal apunta a revisar cuáles son las intenciones por las cuales realizamos una acción. Uno puede hacer cosas muy buenas y altruistas pero si la intención es recibir halagos y tener un beneficio personal, la obra estará condicionada y no servirá para mi vida", amplió.

El tipo de enfermedad varía según la persona afectada. Tiene que ver con la vida. Una persona apática probablemente tendrá una enfermedad que lo inhiba más o lo paralice. En cambio alguien apasionado o extrovertido sufrirá más espasmos o cólicos digestivos. Sin embargo, este no es el único criterio en el desarrollo de las enfermedades. También confluyen los factores genéticos y la constitución física, entre otros.

Facal concluyó con una definición: "La única enfermedad es la desarmonía de nuestras energías vitales que permiten que gérmenes, tóxicos, traumatismos y factores climáticos penetren en nuestro organismo, produciendo una alteración. Una vida llena de condicionamientos, conscientes o no, produce esta desarmonía".

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La bronca y la tristeza enferman.

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